Los países de la UE dieron este viernes su visto bueno a la adopción de elevados derechos de aduana sobre los automóviles eléctricos chinos, una iniciativa que ha resquebrajado la unidad del bloque y presagia una enérgica respuesta del gigante asiático.
De acuerdo con fuentes diplomáticas, 10 países votaron a favor, 12 se abstuvieron y cinco lo hicieron en contra de esta iniciativa, que prevé aranceles adicionales provisorios de hasta un 35% a vehículos eléctricos chinos, que se añadirían a la tasa ya existente, del 10%.
La Comisión Europea, el brazo ejecutivo de la UE, había propuesto en julio imponer elevados aranceles provisionales a los fabricantes chinos, por sospechas de que esas firmas se benefician de ayudas estatales.
Francia, Italia y Polonia votaron en favor de la medida, al tiempo que Alemania y Suecia se expresaron en contra.
Los cinco países que votaron en contra no alcanzaron a bloquear la iniciativa.
El panorama deja la decisión final en manos de la Comisión Europea, de la que cabe esperar una decisión "en línea con su propuesta", dijo un diplomático europeo.
El paquete de medidas afectaría también a fabricantes no necesariamente chinos pero que tienen unidades de montaje en el gigante asiático, como es el caso del nortamericano Tesla, que podría verse afectado por un arancel del 7,8%.
China tachó la medida de "proteccionista" y advirtió que esta iniciativa podría derivar en una guerra comercial.
Estos aranceles se tornarían definitivos en un plazo de cinco años a partir del 31 de octubre.
La idea de estos derechos de aduana ha enfrentado a Francia y Alemania, las dos mayores economías del bloque.
Francia, de un lado, sostiene que la medida es necesaria para nivelar la competencia, pues los fabricantes de automóviles de la UE están en clara desventaja frente a sus competidores chinos.
Sin embargo, Alemania, reconocida por su fuerte industria automotriz y cuyos mayores fabricantes han invertido fuertemente en China, advirtió que la UE debe evitar perjudicarse a sí misma y pidió que continúen las negociaciones con las autoridades chinas.
En ese sentido, el ministro alemán de Finanzas, Christian Lindner, reaccionó rápidamente diciendo que la Comisión "no debe desatar una guerra comercial", y en lugar de ello buscar "una solución negociada" con Pekín.
El grupo alemán Volkswagen, mayor fabricante europeo, denunció la iniciativa de este viernes, que tachó de "mal enfoque" para la competitividad de la industria del continente. "Animamos a la Comisión Europea y al gobierno chino a proseguir de manera constructiva las negociaciones en curso, con vistas a una solución política", declaró la empresa en un comunicado.
Hungría también ha manifestado abiertamente su oposición a la idea, al punto que el ministro de Relaciones Exteriores, Peter Szijjarto, describió esta semana esa iniciativa como una propuesta "peligrosa".
China amenazó con tomar represalias contra los aranceles y ha iniciado investigaciones sobre el brandy, los lácteos y los productos porcinos importados desde países europeos.
El gigante asiático intentó detener la iniciativa e insistió en resolver el problema a través del diálogo, pero hasta ahora las conversaciones no han logrado conducir a un acuerdo que satisfaga a ninguna de las partes.
La Comisión Europea ha reiterado que cualquier arancel podría eliminarse si China aborda las preocupaciones de la UE.
Las tensiones comerciales entre China y la UE no se limitan a los coches eléctricos: el bloque abrió investigaciones sobre subsidios chinos a paneles solares y turbinas eólicas.
La UE enfrenta una tarea difícil, ya que debe equilibrar la defensa de su industria de tecnologías limpias y la inversión en la transición verde, pero sin desatar una guerra comercial con China.
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