El ministro del Interior ha sido interpelado en un hemiciclo con gran cantidad de curules vacías. Fue señal de un evidente desinterés por esa convocatoria, apoyado en la idea de que con el interrogatorio a Juan José Santivañez no iba a pasar nada, como de hecho ocurrió. Pero quizás hay algo más detrás de esas ausencias.
La suma de los 22 congresistas que fueron contrarios a interpelar y los 25 que se abstuvieron de votar explica la gran ausencia a la hora de las preguntas. Fue la respuesta que dio un sentimiento oficialista al triunfo electoral de los 41 votos que empujaron la interpelación. Votos parecidos a los que impidieron a Dina Boluarte viajar a la ONU.
Quienes se ausentaron no perdieron nada. Santiváñez está muy dentro del molde defensivo que consiste en negarlo todo, y después ya se verá qué pasa. Decir que no se ha demostrado que los audios que lo complican sean genuinos es un clásico, puesto que es él quien tendría que demostrar que tales audios son falsos, y no lo ha hecho.
El interpelado no se puede quejar. Las preguntas no fueron incisivas, sino declarativas, como disertaciones de feria. Todas las respuestas pasaron piola, incluso las menos convincentes. Los intentos de producir una censura no tuvieron éxito. Con lo cual, el Congreso le ha servido a la ciudadanía nada en dos platos, con una ceremonia del vacío físico y mental.
Son buenos tiempos para Santiváñez. Boluarte lo abraza. Importantes extorsionados tiran la toalla de la protesta. Parece que está logrando acallar a una culebra que habla y revela diversos santipetardos, incluso uno muy feo contra Gustavo Adrianzén. Se inicia en las artes de la movilización de masas. Se salva de una interpelación condenada de antemano.
¿Pero qué va a hacer con esta buena racha? Aliviar el problema de la criminalidad, ciertamente no. Quizás podría declarar que la policía también necesita comprar aparatos voladores nuevos. O pasar a las cosas francas, poner la confianza en sí mismo a prueba y lanzar de una vez su candidatura presidencial. Gente con menos aplomo ha llegado.
Llaman la atención algunos parlamentarios que celebraron la presencia de Santiváñez en el hemiciclo, a la cual consideraron una muestra de valor. Da la impresión de que allí no solo deben estudiar el papel del BCR, sino además las relaciones entre el Congreso y el Ejecutivo.