¿Tiene futuro la protesta por la explosión de extorsiones y los asesinatos conexos? Depende de si esa protesta logra mantenerse al ritmo de la ola criminal. El Gobierno sabe que sus viejas fórmulas no llevan a ninguna parte, pero que sí le permiten ganar tiempo, con lo cual alguien se va a cansar y le resolverá el problema.
¿Quién se cansará primero? Las bandas de criminales no van a abandonar un buen negocio, hoy casi sin riesgo. Lo cual a su vez no va a permitir que se cansen las víctimas de todo tamaño. Si la protesta crece, Palacio se va a dedicar a cambiar altos mandos policiales y militares, con el objetivo de que nada cambie dentro del club Boluarte.
No solo hay respuestas del Gobierno al crimen que son de probada ineficacia. Ni siquiera existe sobre el tema información pública suficiente, clara prueba de que tampoco el Gobierno la tiene. Todo se presta a palabras como desidia, incuria, o incluso cutra. Cualquier palabra o cualquier cosa para no empezar a resolver el problema.
El lenguaje del descontento y la denuncia frente a la situación que describimos es cada vez más descarnado. Pero no será suficiente si las movilizaciones contra el crimen y contra el Gobierno que lo tolera no continúan. Las que estamos viendo en estos días merecen todo nuestro apoyo, y es de esperar que ganen en amplitud, profundidad, intensidad.
No hay información, como dijimos. Pero sí hay una intensa búsqueda de culpables genéricos del problema. Tenemos que el transporte informal ha parido los ataques al transporte formal. También hay la versión de las bandas venezolanas, que en teoría deberían ser más fáciles de desarticular que las peruanas. Ya aparecerán otras versiones.
Sorprende que todavía no hayan aparecido movimientos de autodefensa de diverso tipo frente al crimen, desde grupos paramilitares surgidos en el seno de una policía abrumada, hasta agrupaciones civil-barriales organizadas para impedir el saqueo y la matanza que realizan los extorsionadores. Mientras tanto presenciamos un creciente armamentismo.
La difundida percepción de que el Congreso deliberadamente ayuda a crear un clima favorable a la criminalidad con algunas de sus leyes no ayuda a mejorar la situación del Gobierno. Parte del 95% de desaprobación hoy se la deben a esa idea. Si además no ayudan a perseguir el delito grave, entonces el descrédito está redondeado.