Dos estudios recientes cuestionan la teoría de que la población de la Isla de Pascua habría colapsado en el siglo XVII debido a la sobreexplotación de recursos, lo que ha sido frecuentemente presentado como uno de los primeros "ecocidios" de la historia.
La Isla de Pascua, ubicada en el Pacífico a 3.700 km de las costas chilenas, es mundialmente famosa por las estatuas monumentales esculpidas por los rapanui, los enigmáticos "moáis".
Una hipótesis conocida, basada principalmente en datos paleoambientales, sostiene que los rapanui habrían deforestado la isla, que se sabe estaba cubierta de palmeras, para mantener una cultura floreciente y una población de aproximadamente 15.000 individuos en su apogeo.
La escasez de recursos habría provocado una época de hambruna y guerra, llegando incluso al canibalismo, lo que resultó en un colapso demográfico y cultural que puso fin a la escultura de las estatuas a principios del siglo XVII.
Cuando los europeos llegaron en 1722 estimaron que la población de la isla era de solo 3.000 personas.
Con esta narrativa de un "suicidio ecológico", también llamado "ecocidio", la historia de los rapanui "ha sido presentada como una advertencia contra la sobreexplotación de recursos por parte de la humanidad", recuerdan los autores de un estudio publicado el miércoles en la revista Nature.
Este equipo internacional de especialistas en genética de poblaciones buscó rastros de este colapso utilizando HapNe-LD, una herramienta estadística avanzada que permite reconstruir la historia demográfica de una población basándose en la estructura genética de individuos vivos o de sus predecesores.
Analizaron el genoma de 15 rapanui que vivieron entre 1670 y 1950 y no encontraron ninguna señal genética de tal colapso, como una caída repentina en la diversidad genética.
"Nuestro análisis genético muestra una población en crecimiento estable desde el siglo XIII hasta el contacto con los europeos en el siglo XVIII. Esta estabilidad es crucial, ya que contradice directamente la idea de un colapso dramático antes de la llegada de los europeos", explica Bárbara Sousa da Mota, principal autora e investigadora de la Facultad de Biología y Medicina de la Universidad de Lausana.
El estudio, realizado en estrecha colaboración con la comunidad rapanui, también reveló contactos entre la población de la isla y los indígenas americanos antes de la llegada de Cristóbal Colón al continente, otro punto controvertido en la historia de los pueblos polinesios.
Estos resultados corroboran los publicados en junio pasado en Science Advances por un equipo que adoptó un enfoque muy diferente.
El hecho de que ambos estudios lleguen a conclusiones similares "muestra la importancia de abordar una misma cuestión científica desde diferentes disciplinas", señala Sousa da Mota a la AFP.
Estos científicos cartografiaron los "jardines de piedra" de la isla, una técnica agrícola que consiste en mezclar rocas con el suelo para enriquecerlo con nutrientes y preservar la humedad.
Utilizando imágenes satelitales de alta resolución en infrarrojo de onda corta (SWIR) y desarrollando modelos de aprendizaje automático para analizarlas, pudieron reevaluar el área ocupada por estos jardines de piedra.
Estas superficies agrícolas, que anteriormente se creía que cubrían entre 4,3 y 21,1 km², habrían ocupado en realidad solo 0,76 km² de los 164 km² de la Isla de Pascua.
Trabajos previos permitieron calcular el rendimiento de estas tierras, donde se cultivaban batatas, esenciales para la alimentación de los rapanui, y deducir el tamaño máximo de la población que podrían haber sostenido.
Estos nuevos datos sugieren que la población nunca habría superado las 4.000 personas, y no las 17.000 estimadas previamente.
"Cuando calificamos a toda una cultura como ejemplo de malas decisiones, o como advertencia de lo que no se debe hacer, debemos estar seguros de tener razón. De lo contrario, perpetuamos estereotipos que tienen profundas consecuencias para las poblaciones", señala Dylan Davis, investigador en clima, biología y paleoambiente de la Universidad de Columbia y coautor del estudio, a la AFP.
"En este caso, los rapanui lograron sobrevivir en uno de los lugares más aislados del planeta, y lo hicieron de manera bastante sostenible hasta el contacto con los europeos. Esto sugiere que podemos aprender de ellos cómo gestionar recursos limitados", subraya.
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