En los últimos años, América Latina ha progresado en la transición energética, impulsada por su abundante riqueza en recursos naturales renovables. Esta región cuenta con un potencial extraordinario en energía solar, eólica e hidroeléctrica, que se está comenzando a aprovechar a gran escala. En este contexto, una potencia mundial busca ser uno de los principales inversionistas para desarrollar la infraestructura necesaria en energías limpias.
Diversos países de la región, como Brasil, Argentina y Honduras, están viendo cómo las inversiones en estos sectores generan no solo beneficios económicos, sino también un impacto significativo en la sostenibilidad y la reducción de emisiones. Proyectos emblemáticos en energía solar y eólica, así como la construcción de centrales hidroeléctricas, están en marcha, prometiendo un futuro energético más limpio y eficiente.
América Latina cuenta con vastos recursos energéticos renovables que posicionan a la región como un referente mundial en la transición energética. Países como Chile, con su inmenso potencial solar en el desierto de Atacama, Brasil, con extensos recursos eólicos en el noreste, y el sur de Perú, tienen el terreno fértil para consolidarse como líderes en energías limpias.
China es la potencia mundial que ha visto a la región como destino clave en inversión, aporta la tecnología y las inversiones necesarias para desarrollar estos recursos. La cooperación China-ALC se fortalece a través de la Iniciativa de la Franja y la Ruta, un marco que promueve la inversión en infraestructura energética, clave para la expansión de energías renovables en la región. Según Gloria Dolores Alvarenga, de la Organización Latinoamericana de Energía (OLADE), "la ayuda de China es fundamental para potenciar nuestro desarrollo en energías limpias y consolidar una transición energética sostenible".
La inversión china en América Latina ha permitido el desarrollo de importantes proyectos de energías renovables. Entre los más destacados se encuentra la planta solar Cauchari, ubicada en la provincia de Jujuy, Argentina, considerada la más grande de su tipo en la región. Además, la central hidroeléctrica Patuca III en Honduras, construida por empresas chinas, genera 336 millones de kilovatios-hora anuales, contribuyendo significativamente al desarrollo energético del país.
En Brasil, el gigante asiático ha invertido en la central hidroeléctrica de Belo Monte y en diversas plantas eólicas. Estos proyectos no solo aportan energía limpia, sino que también generan empleo y favorecen el desarrollo económico local. En palabras de Salvador Moncada, embajador de Honduras en China, "las inversiones chinas están marcando un antes y un después en el desarrollo de nuestra infraestructura energética".
Uno de los pilares más importantes de la cooperación China-ALC es el desarrollo de infraestructuras para vehículos eléctricos, que juegan un rol crucial en la transición hacia un transporte más sostenible. En Brasil, la empresa china BYD, líder mundial en fabricación de vehículos eléctricos, anunció la producción de modelos híbridos a partir de 2025, con una fábrica en Bahía que contribuirá a la expansión de esta tecnología en la región.
Además, otras empresas como Great Wall Motors están desarrollando infraestructuras de carga para vehículos eléctricos, lo que permitirá una mayor adopción de esta tecnología en América Latina. El crecimiento de este sector, que en 2024 duplicó las ventas de vehículos eléctricos en Brasil, es una muestra clara de que la región se está alineando con los objetivos de sostenibilidad global.
El futuro de la cooperación energética entre China y América Latina se vislumbra prometedor. La región cuenta con el potencial para ser un referente mundial en energías renovables, mientras que China, con su capacidad tecnológica y financiera, se posiciona como un socio estratégico indispensable. Alvarenga, de OLADE, destacó que "China tiene un rol fundamental no solo en la inversión, sino también en la transferencia de tecnología para la implementación de infraestructuras verdes".
La cooperación entre ambas regiones se enmarca en acuerdos multilaterales como la Iniciativa de la Franja y la Ruta para el Desarrollo Verde, que busca profundizar los lazos en áreas clave como el cambio climático y la transición energética. Países como Argentina, Brasil, Honduras y México ya han firmado acuerdos de cooperación con China para impulsar proyectos en energías limpias, consolidando una relación que promete beneficiar tanto a la economía como al medio ambiente.