Unos 700 indígenas que acampan en un parque de Bogotá desde finales de 2021, desplazados por la guerra interna en Colombia, retornarán a sus comunidades a partir del sábado, anunció este viernes el gobierno en un evento oficial.
Cientos de emberas que huyeron de los conflictivos departamentos de Chocó y Risaralda (noroeste) malviven en el céntrico Parque Nacional de la capital, bajo toldos de plástico, con cocinas de leña y unos pocos baños públicos.
Las imágenes de los indígenas a la intemperie, que se volvieron rutinarias en este parque y sus alrededores, este viernes se transformaron en escenas de fiesta.
Mujeres sentadas en un círculo pelaban quintales de papa que luego cocinaban en gigantescas ollas, para un almuerzo comunitario a modo de celebración por su pronto retorno.
Otro grupo de mujeres danzaba al son de la música tradicional embera mientras sostenía hojas de palma, con vestidos coloridos y tiaras fabricadas con lana.
"Estamos felices, contentos, de ir al territorio otra vez, para no volver (a la capital) otra vez. Acá en Bogotá sufren muchos niños", dijo a la AFP Miriam Pepepateza, una mujer indígena que utiliza pintura facial tradicional de los embera y collares de colores.
Al menos 24 niños indígenas fallecieron entre 2021 y 2023 por las precarias condiciones de vida en el lugar, según cifras de la alcaldía local.
Más temprano delegados del gobierno izquierdista de Gustavo Petro se reunieron con los indígenas en un acto público en el Parque Nacional.
"Hemos hecho un esfuerzo enorme para construir las condiciones de vida digna que les permita retornar", aseguró el viernes la directora de la Unidad de Víctimas del conflicto armado, Lilia Solano.
Un pequeño grupo de 11 personas va a "integrarse en Bogotá", añadió.
Los pueblos originarios han sido tradicionalmente desplazados de sus territorios en Colombia por la violencia de los grupos armados.
El gobierno se compromete "a crear garantías" para el regreso de los emberas a sus resguardos, dijo Solano.
En Chocó y Risaralda operan principalmente el Clan del Golfo, el principal grupo narco del país, y el Ejército de Liberación Nacional (ELN), una guerrilla guevarista fundada en la década de 1960 que sostiene actualmente atropellados diálogos de paz con el gobierno de Petro.
El primer presidente de izquierda en la historia de Colombia intenta desactivar por medio del diálogo el conflicto armado de seis décadas que ha dejado 9,5 millones de víctimas, casi el 90% de ellos desplazados.
"Queremos pedirles a los grupos al margen de la ley que nos respeten, que nosotros somos neutrales" en el conflicto, dijo Lot Villazón, político indígena y representante de la Asociación de Cabildos Indígenas por Colombia.
De acuerdo con datos de la alcaldía, unas 370.000 víctimas de la guerra se han instalado en Bogotá. Los desplazados conforman casi el 5% de la población capitalina de 8 millones de habitantes.
El retorno de los indígenas se hará en tres jornadas, según la Unidad de Víctimas.
El primer grupo, de 58 familias, retornará a comunidades aledañas al municipio de Pueblo Rico, en Risaralda. Otras 146 familias se distribuirán en varios asentamientos del departamento de Chocó. Y un tercer grupo se trasladará a otras tres localidades de Risaralda.
Un último grupo de 39 familias será reubicado temporalmente en otra localidad.
"Hoy estamos luchando para que esos compromisos que se acaban de firmar se materialicen en el territorio", aseguró Villazón.
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