El indigenismo de José Carlos Mariátegui “no sueña con utópicas restauraciones. Siente el pasado como una raíz, pero no como un programa. Su concepción de la historia y de sus fenómenos es realista y moderna”.
El de Haya de la Torre se expresó así: “Mi satisfacción al informarme que, en la labor directiva del Grupo Resurgimiento, se encuentran hombres de la nueva generación. La presencia de hombres jóvenes con una nueva conciencia revolucionaria constructiva, libres de localismos primitivos y de concepciones simplistas sobre los problemas políticos sociales”.
Víctor Andrés Belaunde, por su parte, al dirigirse a la juventud dijo: “Vosotros necesitáis formar una atmósfera de sentimientos, de pasión, algo que impela, que estimule a los hombres a sostener un ideal en los momentos de decepción… No se debe ir a la política activa o militante, no se puede trabajar en ella, si no después de haberse renovado el ambiente moral. Vuestra misión es renovarlo”.
Basadre metafóricamente refirió: “Había unos hombres en una cabaña que adoraban a su dios. Hasta que alguien entre ellos dijo: Esta cabaña es lóbrega y el ídolo primitivo. Lo mejor es dejar todo como está y aislarse elegantemente. Otro dijo: Es verdad; pero lo mejor es prender fuego de una vez a la cabaña y a cuanto ella alberga. Un tercero opinó: Lo que conviene es sacar el mayor provecho de todo hasta donde sirva a nuestra propia conveniencia.
El cuarto, en cambio, alegó: No nos satisface la cabaña y el ídolo no se adapta a nuestras necesidades. Pues bien, con los materiales de ella, hagamos una morada mejor y con nuestra fe erijamos algo que supere la fe de antaño”.
Se trata entonces de tomar de ayer todo lo “viejo bueno” porque queremos unirlo a todo lo “nuevo bueno”. Para cambiar hay que conservar y para conservar hay que cambiar. ¿Qué se cambia y qué se conserva? Este es el secreto de los pueblos que la política está llamada a responder.