Con los cambios producidos ayer en la composición del gabinete Adrianzén, se está configurando una ola nueva de inestabilidad, que además no parece que sea la definitiva, ya que se sigue especulando por otras renovaciones que se vendrían.
Los ministros que han sido reemplazados no son los peores calificados ni los más cuestionados. Se ha pasado por alto a quienes mantienen denuncias diversas por hechos que los vinculan a acusaciones por corrupción en el poder, como es el caso del ministro del Interior, Juan José Santiváñez.
También, las garrafales fallas en el sistema de salud que han dejado a los ciudadanos desguarnecidos frente a la falta de medicinas o la errada política para la selección de Serums que ha colocado a toda la comunidad médica contra el examen del Minsa, de tan pobres resultados. Sin embargo, el titular de Salud, César Vásquez, sigue en el cargo.
Podríamos citar al ministro de Desarrollo Agrario, Ángel Manero, de opiniones tan frívolas como desinformadas sobre el hambre en el Perú, pese a que es su cartera técnica a la que le corresponde marcar las políticas para paliar esta condición que afecta a más de 10 millones de peruanos, en especial en la zona rural.
Asimismo, el titular del Minedu, Morgan Quero, quien ha concedido un enorme avance a las fuerzas retrógradas que postulan una educación que abjure del enfoque de género, por ejemplo, o que destruya la calidad educativa, al limitar la labor de la Sunedu a una mesa de partes de las universidades que solo buscan lucro.
En definitiva, no han salido del gabinete todos los que debían salir y la presión para que se resuelva la mala gestión continuará, así como la pésima percepción ciudadana sobre el Gobierno.
En total han sido 57 los ministros que han participado en la administración Boluarte, y poco o nada se ha hecho para enfrentar los problemas de la sociedad, atenazada por una inseguridad en ascenso y una economía quebrada.