"El día tiene 24 horas. Seis de esas entreno y es perfecto, pero luego quedan 18 horas como refugiado", explicó Amelio Castro, esgrimista colombiano que compite en los Juegos de París-2024 con el Equipo Paralímpico de Refugiados (EPR).
El camino de Castro, de 32 años, ha sido de todo menos de rosas. A los 16 mataron a su madre, obligándolo a tomar las riendas de su vida a su corta edad. Y cuando tenía 20, en 2012, sufrió un accidente de tráfico por el que perdió la movilidad de sus piernas.
Más tarde, tuvo que huir de su Colombia natal debido a amenazas y en septiembre de 2022 llegó a Roma, donde reside desde entonces y ha podido desarrollarse como esgrimista.
De esta disciplina, por la que sintió un flechazo en 2017, le gusta "todo, todo".
"La hermosura, la gente, el calor humano", resumió a la AFP el martes, mirando hacia las gradas instaladas en el icónico Grand Palais, después de estrenarse en la prueba de florete categoría B.
A pesar de las dificultades para llegar hasta estos Juegos, Castro cuenta con un apoyo incondicional en París, de la mano de su entrenador Daniele Pantoni y del equipo italiano, que celebró desde un lado de la pista cada uno de sus exitosos ataques.
"La gracia de Dios me ha permitido conocer a las personas correctas", afirmó el paradeportista, que conoció a Daniel Pantoni en 2017, cuando este se encontraba en Cali para una competencia de esgrima con el equipo de Italia.
Cinco años después, Castro decidió ir a Italia para formarse como profesional, avisando al que es ahora su entrenador cuando ya estaba en España, una de las escalas de su viaje.
El periplo del colombiano no terminó sin embargo a su llegada a Italia, donde se enfrenta a las dificultades de ser una persona con discapacidad y un refugiado.
"Formar parte de un equipo de refugiados, tener que entrenarte con carencias porque no tienes los recursos y las condiciones necesarias, es mucho sacrificio", explicó a la AFP.
Amelio Castro vive en un centro de acogida, donde "uno no cuenta con las mejores condiciones". "A veces no logras dormir bien, porque hay muchos más chicos", declaró.
Desde allí, "para llegar a entrenar son dos horas en transporte público. A veces hay ascensor, a veces no. A veces el bus te ayuda, a veces no", dijo resignado.
Sin embargo, una vez que comienza a entrenar todo es "perfecto". Por medio de Pantoni, el esgrimista entrena hoy en día con la Fiamme Oro, el grupo deportivo de la policía nacional italiana.
"Me han acogido como familia y prácticamente soy uno más de ellos", afirmó Castro, cuyo perfil de Instagram está lleno de fotos en las que lleva la equipación carmesí del club.
Pese a ser el único de los ocho integrantes del Equipo Paralímpico de Refugiados que participa en esgrima, Castro está rodeado de otros representantes de esta disciplina en Italia.
"Estamos con Bebe Vio, Edoardo Giordan, Gianmarco Paollucci. Casi toda la selección [paralímpica] de Italia se entrena en nuestro gimnasio", contó.
El paradeportista colombiano, que ganó en mayo una medalla de bronce en la categoría B de espada masculina en el Campeonato de América de Esgrima en Silla de Ruedas 2024, sueña con regresar a Italia esta vez con una presea paralímpica.
"Para mí es maravilloso representar a tantos millones de refugiados. Darle voz a aquellos que no la tienen es una gran responsabilidad", destacó.
El martes, Castro cayó eliminado en la prueba de sable de los Juegos, algo que no le preocupa ya que no es su disciplina principal.
"Hoy era más mirar el lugar, analizar mucho cómo es emocionalmente, cómo se gestiona este tipo de eventos. Siento que lo pude controlar bien", declaró, enfocado ya en la jornada del viernes, durante la cual participará en la prueba de espada individual masculina.
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