Es común escuchar que, estando en una relación, alguien se sienta atraído por otra persona. Esta situación puede generar confusión y culpabilidad, ya que se suele asociar la atracción con la falta de amor hacia la pareja. Sin embargo, estudios psicológicos han demostrado que esto es un fenómeno natural y no necesariamente indica un problema en la relación. De hecho, la ciencia sugiere que las bases de este comportamiento están profundamente arraigadas en la biología humana.
María Esclapez, sexóloga y psicóloga, explica en su libro 'Me quiero, te quiero' que sentir interés hacia otras personas es completamente normal y no significa que se haya dejado de amar a la pareja. Según Esclapez, las partes del cerebro que gestionan el amor y la atracción son diferentes, lo que permite que ambos sentimientos coexistan sin conflicto.
Sentir atracción hacia alguien más mientras se está en una relación es un proceso natural y biológico, que no debería ser motivo de alarma. Según Esclapez, valorar el físico de otra persona o sentir una atracción pasajera no es sinónimo de infidelidad ni de falta de amor. Está vinculada a procesos fisiológicos que ocurren de manera automática y que están fuera del control consciente.
El cerebro procesa la apariencia de una persona en menos de dos segundos, tiempo suficiente para que se desencadene una respuesta. Este tipo de atracción puede ocurrir en cualquier lugar y momento, como en el transporte público, en la calle o en una fiesta. Lo importante es reconocer que esta es parte de la naturaleza humana y no necesariamente un reflejo de los sentimientos hacia la pareja.
La atracción hacia otras personas está estrechamente ligada a la química del cuerpo. Durante el período de ovulación, por ejemplo, las mujeres liberan feromonas que atraen a los hombres de manera instintiva, elevando sus niveles de testosterona en más del 100% en cuestión de minutos. Este proceso químico ocurre sin que medie la consciencia y explica por qué, en ciertas situaciones, podemos sentirnos atraídos por alguien sin ninguna intención previa.
Este fenómeno químico no implica necesariamente un deseo sexual activo, sino que es una respuesta biológica que forma parte del funcionamiento normal del cuerpo humano. Es fundamental entender que estos procesos son naturales y que forman parte de la interacción cotidiana entre las personas.
Aunque la atracción física y el deseo sexual están relacionados, no son lo mismo. El interés físico es una respuesta automática que surge en el cerebro al percibir ciertas características de otra persona, mientras que el deseo sexual es un sentimiento más complejo que incluye un componente cognitivo y emocional. Según F. López Sánchez, catedrático de Psicología de la Sexualidad en la Universidad de Salamanca, "en la atracción siempre hay algo externo al propio deseo", lo que significa que podemos sentir afinidad sin necesariamente querer actuar sobre ella.
Esta distinción es crucial para entender que estar en una relación no significa que dejemos de sentirnos atraídos por otras personas. Fantasear con alguien más no solo es normal, sino que puede ser beneficioso para la creatividad erótica y la salud emocional dentro de la pareja.
Cuando la atracción física hacia otra persona se convierte en deseo, es importante manejarla de manera que no afecte negativamente la relación. María Esclapez sugiere que una forma de canalizar este deseo es a través de la masturbación o teniendo sexo con la pareja, permitiendo así que la energía sexual se dirija hacia la relación existente.
No obstante, es esencial mantener una comunicación abierta con la pareja, pero sin caer en la necesidad de compartir absolutamente todo. La transparencia es clave, pero es importante evitar el "sincericidio", donde detalles innecesarios puedan causar daño sin aportar nada positivo a la relación.
