Los recurrentes declaraciones desafortunadas de ministros de la presidenta Dina Boluarte evidencian que el Gobierno sobrevive sin la orientación que necesita y de espaldas a la población, según coinciden especialistas.
El ministro de Desarrollo Agrario, Ángel Manero, ya enfrenta un pedido de interpelación en el Congreso por decir que “en el Perú no se pasa hambre” porque “se come de manera contundente”, y que él “estaría catalogado por la FAO como de inseguridad alimentaria grave” porque nunca cena.
Empero, persiste. “En el sector rural, quien trabaja no pasa hambre, y ese es el mensaje que queremos darle”, retrucó a la prensa el último viernes 30.
La titular de Vivienda, Hania Pérez de Cuéllar, tampoco retrocedió tras haber pedido que recen por las autoridades “para que no flaqueemos” y “no seamos tentados en robar”. “Cuando una ministra creyente habla al pueblo creyente, se entienden”, replicó en redes sociales.
Antes, el ministro de Educación, Morgan Quero, ensayó excusa tras hablar de violaciones a niñas awajún como posible “práctica cultural”. Se quedó en lo manido: que fue tergiversado.
Falta de respeto
“Quero expresó ignorancia: dio una visión estereotipada de concepciones y prácticas sociales de pueblos indígenas amazónicos. Y falta de respeto porque un ministro tiene obligación de informarse adecuadamente de una denuncia de atrocidades a menores. Él reprodujo históricas brechas socioculturales que elites políticas y económicas han construido sobre la Amazonía”, dice el comunicador Jorge Acevedo, doctor en Ciencia Política, profesor de la Pontificia Universidad Católica (PUCP).
“Pérez de Cuéllar equivocadamente apela a la religiosidad de un sector de la sociedad para evadir o atenuar la gran responsabilidad política y probablemente penal de autoridades de un Gobierno que integra”, añade.
“Son intentos fallidos de evadir responsabilidades. No dan resultados. El malestar de la ciudadanía y algunas veces repudio se expresan en encuestas y calles. Pero la coalición del dominio del Congreso y el Gobierno no tiene interés en acoger y procesar el malestar y demandas de la gran mayoría”, concluye.
La jerarquía no se condice con tales desatinos: se espera mayor control en lo que se dice.
“Habría que crear una nueva categoría en la comunicación política: el dislate político. Allí podríamos clasificar las expresiones mencionadas de ciertos ministros”, comenta el sociólogo Franz Portugal, magíster en comunicación, profesor de la Universidad Mayor de San Marcos.
“Algunas declaraciones no son de la realidad como la del ministro de Agricultura, que pretende tapar con un dedo la inseguridad alimentaria en el país y justificar lo injustificable de su gestión. En caso de la ministra de Vivienda, al parecer el subconsciente la traicionó. Son dislates políticos que una vez dicho no hay vuelta atrás, como cuando la presidenta dijo que era mamá de todos los peruanos. Se tomó como una ofensa porque la mayoría no la quiere”, agrega.
No son conscientes del peso de sus palabras en la sociedad.
“Tienen responsabilidad de difusión y transmisión de la cultura política del país. Sus afirmaciones adquieren relevancia e impactan los ciudadanos. Esas frases son polémicas en tanto transmiten prejuicios y falacias que fundamentan una posición distanciada de la realidad social peruana”, advierte la psicóloga Nicole Oré Kova’cs, magíster en filosofía con mención en ética y política, profesora de las universidades Ruiz de Montoya (UARM) y Peruana de Ciencias Aplicadas (UPC).
“Son afirmaciones falaces sobre elementos identitarios como religión, condiciones de vida, cultura. Tienden a reducir la experiencia de nuestros compatriotas. Las consecuencias son peligrosas: sus prejuicios fortalecen brechas de discriminación, violencia y desinterés por el bien común”, señala.
Y advierte un círculo vicioso: “Cuanto más se alejan nuestros representantes políticos de la realidad social, menos capaces son de representar los intereses de la ciudadanía”. Así siguen.
“Son intentos fallidos de evadir responsabilidades. No dan resultados. El malestar de la ciudadanía y algunas veces el repudio se expresan permanentemente en las encuestas de opinión y en las calles”.
Jorge Acevedo, comunicador (PUCP)
“Habría que crear una nueva categoría en el campo de la comunicación política: el dislate político. En esta categoría podríamos clasificar las expresiones mencionadas de ciertos ministros”.
Franz Portugal, sociólogo (UNMSM)
“Una posible explicación es un desinterés por la calidad del argumento y su impacto. Ellos olvidan que sus afirmaciones revelan prejuicios identitarios que reducen a los ciudadanos a atributos singulares”.
Nicole Oré, psicóloga (UARM, UPC)