Con sus matices de gris y sus curiosas chimeneas, los tejados de París y los trabajadores que los hacen buscan formar parte del patrimonio de la Unesco para valorizar un oficio que debe adaptarse al cambio climático.
El Ministerio de Cultura francés seleccionó el expediente de los techadores parisinos para ingresar al patrimonio inmaterial de la Unesco, con motivo de la sesión prevista en diciembre en Asunción, Paraguay, que determinará a los laureados de 2024 entre 67 casos registrados en la lista.
La candidatura busca inscribir la experiencia de los techadores y los ornamantistas franceses. Estos últimos fabrican ojos de buey, tragaluces y otros ornamentos de cumbrera, una marca de le identidad arquitectónica tan particular de la capital francesa.
Delphine Bürkli, alcaldesa del barrio XIX de París, sugirió en 2014 inscribir los techos de París en el patrimonio mundial de la Unesco (como el Taj Mahal o las riberas del Sena).
Pero el proyecto evolucionó, pues era "muy complicado", dice Gilles Mermet, coordinador de la candidatura.
En París hay 128.000 techos que cubren una superficie de 32 millones de m2, de los cuales 21,4 millones de m2 de techos tradicionales en zinc y otros materiales, según el Taller parisino de urbanismo (Apur).
El proyecto de clasificación perdió el apoyo de la alcaldía de París, pues tenía "miedo" de "ya no poder construir en París sin el acuerdo de la Unesco", agregó Mermet.
"Era más interesante destacar el oficio mismo que los techos" para preservar la belleza del paisaje parisino y una profesión en la que faltan manos, se congratuló Mermet.
La candidatura francesa "aporta una reflexión sobre el futuro de la ciudad" y sobre una profesión obligada a adapatarse al cambio climático, agregó Delphine Bürkli.
El zinc, que reviste cerca del 80% de los tejados parisinos, es criticado por su papel en el calentamiento de las habitaciones. Cuanto más oscuro sea el tejado, más energía absorberá de los rayos solares.
"No es al zinc al que se le debe echar la culpa", sino a la carencia de aislantes en las viejas edificaciones, indicó Mermet.
Roofscapes, start-up de la región parisina lanzada en el Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT), hizo un experimento en un edificio de ocho pisos con techo de zinc.
El estudio mostró que el zinc recalentaba el aire ambiente durante el día hasta 10 grados más que la temperatura de las habitaciones y 7 grados más que las previsiones meteorológicas.
Durante la noche, las habitaciones situadas bajo este tipo de techos se calentaron 6 grados más que los pisos inferiores.
"La noche, el zinc en la superficie se enfría, pero el calor sigue penetrando al interior y así se registra el recalentamiento en las habitaciones", precisa Eytan Levi, arquitecto y cofundador de Roofscapes.