Israel enfrenta una nueva crisis mientras la tensión social y política alcanza su punto más alto. Este domingo, la federación sindical más grande del país, Histadrut, anunció una huelga general a partir del lunes 2 de septiembre. La medida busca forzar al gobierno de Benjamín Netanyahu a negociar una tregua con Hamás que permita la liberación de los rehenes en Gaza, después del hallazgo de los cadáveres de seis secuestrados en un túnel en la Franja de Gaza.
El presidente de Histadrut, Arnon Bar-David, fue enfático al declarar que "la economía israelí se detendrá a las 06:00 de la mañana, y el aeropuerto de Tel Aviv cerrará sus operaciones a las 08:00". Esta decisión, que ha sido respaldada por líderes políticos y empresariales, refleja la creciente frustración y desesperación de la sociedad israelí ante la falta de avances en las negociaciones para la liberación de los rehenes.
La huelga general convocada por Histadrut se perfila como una de las más significativas en la historia reciente de Israel. La economía del país, incluida la actividad del aeropuerto Ben Gurion, se paralizará en un intento desesperado por presionar al gobierno de Netanyahu a actuar. El detonante inmediato de esta medida fue el descubrimiento de los cuerpos sin vida de seis rehenes en un túnel en la Franja de Gaza. La indignación de los familiares de los rehenes y de amplios sectores de la población ha crecido exponencialmente, al considerar que estos trágicos desenlaces podrían haberse evitado si Netanyahu hubiera acordado una tregua con Hamás.
El movimiento sindical no está solo en esta protesta. El Foro Empresarial de Israel, que reúne a las 200 empresas más grandes del país, ha respaldado la huelga bajo el lema "detener la nación". Además, líderes de la oposición, como Yair Lapid, y varios alcaldes, incluyendo el de Tel Aviv, Ron Huldai, se han sumado al llamado a paralizar el país hasta que se logre un acuerdo que garantice la liberación de los rehenes restantes en Gaza.
La huelga general es solo una de las múltiples manifestaciones de descontento que se han intensificado en Israel en las últimas semanas. Miles de personas se han congregado en las calles de Tel Aviv, Jerusalén y otras ciudades para protestar contra el gobierno de extrema derecha de Netanyahu. Los manifestantes exigen elecciones anticipadas y la firma inmediata de una tregua con Hamás que permita salvar a los rehenes que siguen cautivos.
El clima social se ha vuelto cada vez más tenso, con los familiares de los rehenes al frente de las protestas. Estas familias han expresado su furia y frustración, acusando al primer ministro y a su gabinete de ser responsables directos de las muertes de los rehenes por no haber actuado con la celeridad necesaria para asegurar su liberación. En una muestra simbólica de su dolor, una procesión recorrió las calles de Tel Aviv con seis ataúdes, representando a los últimos rehenes fallecidos.
Las esperanzas de un alto el fuego que permita la liberación de los rehenes restantes se han desvanecido en medio de negociaciones estancadas y acusaciones cruzadas. Las conversaciones, mediadas en parte por Estados Unidos, no han logrado avanzar debido a la desconfianza mutua y a la introducción de nuevas demandas por ambas partes. Desde el 7 de octubre, cuando Hamás lanzó un ataque que dejó más de 1,200 muertos y 251 secuestrados, las tensiones han aumentado dramáticamente.
En los últimos meses, se ha logrado una tregua temporal que permitió la liberación de 105 rehenes a finales de noviembre, pero la situación actual es mucho más crítica. Las familias de los rehenes y amplios sectores de la sociedad israelí exigen una acción inmediata, pero el gobierno de Netanyahu parece atrapado entre su enfoque militar y la creciente presión interna para negociar
