En la penumbra de los pasillos del hospital Kamal Adwan, en el norte de la Franja de Gaza, solo se ve la luz de las linternas de los celulares de los médicos, que las usan para atender a sus pacientes debido a la escasez de combustible para alimentar los generadores.
Los pocos hospitales que aún funcionan han tenido incluso que cerrar algunos servicios debido a la falta de carburantes en Gaza, bajo asedio desde el inicio de la guerra hace más de diez meses entre Israel y el movimiento islamista Hamás, en el poder en este territorio palestino.
Las enfermeras y los médicos usan la linterna de sus teléfonos móviles para desplazarse, auscultar a los pacientes o redactar sus informes en el hospital Kamal Adwan, en la localidad de Beit Lahia.
Entre órdenes de evacuación, bombardeos israelíes y combates, Ayman Zaqout pasó un infierno hasta llegar a este centro, donde fue ingresado por cólicos nefríticos.
Gimiendo por el dolor, se dio cuenta de que sería tratado en la oscuridad.
"No hay electricidad y no sé cómo van a poder tratarme en estas circunstancias", contó a AFPTV esta semana.
Poco después de su arribo, el hospital "dejó de admitir pacientes", explicó uno de sus médicos, Mahmud Abu Amsha, que señaló que "organizaciones internacionales ya no le suministran el combustible necesario para los generadores".
La guerra en la Franja de Gaza estalló el 7 de octubre, cuando combatientes islamistas mataron a 1.199 personas en el sur de Israel, en su mayoría civiles, según un balance de AFP basado en datos oficiales israelíes.
También tomaron 251 rehenes, de los cuales 105 siguen en Gaza, incluidos 34 que el ejército declaró muertos.
En respuesta, Israel lanzó una ofensiva que ya ha dejado al menos 40.334 muertos en Gaza, según el Ministerio de Salud del territorio, gobernado por Hamás desde 2007.
Al inicio de la guerra, la única central eléctrica del enclave quedó fuera de servicio e Israel cortó el suministro de energía.
Desde entonces, las cisternas de gasolina entran a cuenta gotas, como el resto de la ayuda humanitaria que transita por los puestos fronterizos de Gaza, controlados por Israel.
En caso de una emergencia importante --como un bombardeo en los alrededores o una llegada masiva y repentina de heridos-- los médicos del Kamal Adwan recurren a la energía solar.
"Pero no puede utilizarse con los pacientes que necesitan un equipo eléctrico las 24 horas del día", explica Abu Amsha.
Los bebés prematuros en las incubadoras "están amenazados de paro cardíaco y muerte", advirtió. También hay "siete pacientes" en cuidados intensivos con respiradores y "morirán debido a la falta de carburante", apuntó.
Los 2,4 millones de gazatíes, un 90% de los cuales han sido desplazados al menos una vez desde el inicio de la guerra, solo cuentan con 16 hospitales en funcionamiento parcial, según la ONU.
La escasez de combustible también afecta a las ambulancias.
El hospital Al Awda, en el norte de la Franja, espera desesperadamente la entrega de carburante para encender los generadores, declaró a AFP el director interino, Mohamed Salha.
"Hace dos días, cerramos algunos servicios y aplazamos operaciones. Esto pone en peligro a los enfermos y heridos", advirtió.
Desde entonces, el hospital presta "el servicio mínimo", gracias a otros hospitales que "donaron una parte de sus reservas de combustible", precisó.