Es una de las representantes latinoamericanas más importantes en los Estados Unidos, en un sector mayormente ocupado por hombres en el mundo de los bienes raíces y operaciones inmobiliarias. Aquella peruana que triunfa en Carolina del Norte tuvo un inicio complicado en el país norteamericano, donde migró sin hablar el inglés.
Antes de alcanzar el éxito, Paola Albán tuvo que enfrentar momentos difíciles, como asumir la maternidad a temprana edad o perder todo lo que había logrado cuando estalló la crisis financiera de 2007.
Paola Albán partió a los 17 años desde Perú hacia los Estados Unidos con la esperanza de un futuro mejor y de estudiar en alguna universidad del país. Ya había estado en la nación norteamericana cuando era niña, por lo que el cambio de aires junto a su madre y su hermano, de apenas 12 años, le emocionaba.
Sin embargo, una vez en tierras americanas, Paola tuvo un choque cultural. Su familia decidió mudarse de Nueva Jersey a Carolina del Norte, donde aumentaron los problemas que tenía con el idioma.
“Todos hablaban inglés, era tan diferente a lo que había vivido que hasta encontrarte con otro latino ahí era motivo de alegría”, cuenta Paola en entrevista para Andina.
La fundadora y directora ejecutiva de Paola Albán Realtors, una de las firmas inmobiliarias más reconocidas de North & South Carolina, cofundadora de Brick Multiservicios, empresa que cataliza el crecimiento empresarial, y de la constructora Jema Builders, recuerda que lo primero que hizo fue aprender el idioma.
“Me inscribí en la escuela para reforzar el idioma y me gradué allí. Luego inicié mi vida universitaria y a la vez trabajaba medio tiempo: Mi empleador era mi sponsor para poder pagarlo; pues los costos eran muy elevados”, señaló.
A los 18 años, Paola se embarazó y pronto tuvo que asumir la maternidad cuando aún se encontraba cursando sus estudios superiores. Luego de casarse con su pareja, de origen brasileño, tuvo que salir de los Estados Unidos para regularizar un tema migratorio del padre de su primera hija y, tras no poder resolverlo, la ahora empresaria inmobiliaria tuvo que regresar a Carolina del Norte sola con su pequeña.
“Perdí todo, el auto, la casa, tenía deudas en las tarjetas. Regresé en cero. Pero siempre he sido una persona persistente, intensa y no me importó hasta tener tres trabajos para volver a salir adelante. Recuerdo que lavaba ropa de madrugada y siempre con el deseo de volver a estudiar”, mencionó.
Antes de convertirse en la empresaria exitosa que es hoy, Paola tuvo que conseguir un empleo mientras seguía estudiando. Más adelante, se casó por segunda vez, esta vez con el mexicano Jaime Moreno.
“Me convertí en la mánager más joven de un gran complejo de departamentos. Recuerdo que estudié todo lo posible por ser la mejor y lo logré. La vida comenzó a cambiar y vuelvo a convertirme en madre, pero como el embarazo fue difícil, solo mi esposo trabajaba, y ahí comenzamos a tener problemas financieros. Lo peor que viví fue que nos clausuraran la casa donde vivíamos por falta de pago”, señaló.
En ese momento tan crítico se le presentó una oportunidad. Su madre estaba en proceso de comprar una casa y el vendedor, al ver el potencial de Paola, le ofreció un empleo en el mundo de los bienes raíces.
“Estudiaba de noche, en el suelo, cargando a mi bebé, para dar el examen que me acredite como realtor (agente inmobiliario). Son exámenes muy exigentes tomados por el Estado americano y no tenía un sueldo. Iba a la oficina a ver si había algún cliente que quisiera comprar una propiedad”, indicó.
Antes de dormir se proponía ‘no ser parte de la estadística de latinos en pobreza’. Después de todos los sacrificios que había hecho, no quería acabar como tantas mujeres que viven de la caridad.
“Sin tener ningún tipo de vergüenza, me aventuré a las ventas y logré en un primer año una ganancia líquida de $100,000 por comisiones. Todo volvió a mejorar y comenzamos a viajar y a tener lujos, hasta que la vida me vuelve a dar una segunda lección y con la crisis del 2007 en los bienes raíces en Estados Unidos volví a perderlo todo”, sostuvo.
Aquella desesperante situación la obligó a reinventarse y buscar nuevas oportunidades. Comenzó en el rubro de construcción, que conocía muy bien su esposo, empezando a ganar contactos de aquel rubro.
“En la vida prefiero pedir perdón que pedir permiso. Recuerdo que me tocaba esperar horas a los gerentes de las constructoras para ofrecerles nuestros servicios y así conseguí grandes contratos”, mencionó.
Con el tiempo las cosas fueron tomando su lugar y su situación mejoró. Hoy, además de la empresa de bienes raíces, cuenta con una constructora y otra de merchandising, con clientes como Coca-Cola y Goya.