Las reservas de petróleo en un país están directamente influenciadas por la presencia de zonas mineras ricas en este recurso formado a lo largo de millones de años. Los países que cuentan con importantes yacimientos de petróleo pueden extraerlo y añadirlo a sus reservas, lo que les proporciona una mayor autonomía y fortaleza económica.
La inversión en infraestructura, para la exploración, extracción y procesamiento del petróleo, es crucial para convertir los recursos naturales en reservas probadas y explotables. En este contexto hay una región de América Latina que ha superado las expectativas y reservas de hidrocarburos de todo un país como Arabia Saudita.
La Faja Petrolera del Orinoco, ubicada al este de Venezuela, es la región de Sudamérica con más petróleo del continente e incluso supera a Arabia Saudita y Emiratos Árabes. Sin embargo, una serie de obstáculos, tanto políticos como tecnológicos, dificultan que esta región aproveche plenamente su potencial en este sector.
A principios de este año, la empresa estatal Petróleos de Venezuela (Pdvsa) reportó que las reservas probadas de petróleo en Venezuela alcanzan los 300,878 millones de barriles, lo que las convierte en las más grandes del mundo. En comparación, Arabia Saudita ocupa el segundo lugar con 267,000 millones de barriles, lo que significa que Venezuela supera a Arabia Saudita por casi 34,000 millones de barriles.
A pesar de contar con la mayor reserva de petróleo del mundo, Venezuela enfrenta serias dificultades para capitalizar esta ventaja. Actualmente, el país solo produce alrededor de 770 mil barriles diarios, una cifra muy por debajo de los 3 millones de barriles por día que alcanzaba en sus mejores años.
Esta drástica caída en la producción ha llevado a Venezuela a ocupar el puesto número 21 a nivel mundial, quedando detrás de naciones como Colombia, México y Brasil. Esta situación plantea interrogantes sobre los factores que han contribuido a la disminución de su capacidad productiva.
En la primera mitad de 2024, Brasil se ha consolidado como el mayor productor de petróleo en América Latina, alcanzando una producción diaria de 3,77 millones de barriles, lo que lo sitúa en la séptima posición a nivel mundial. Este logro le permite superar a Venezuela y a otros países de la región. México se mantiene como un importante productor en el ámbito latinoamericano, aunque su producción es inferior a la de Brasil. Además, Argentina, Colombia y Ecuador destacan como otros productores clave en Sudamérica.
El éxito de Brasil se debe, en gran medida, a su capacidad para aumentar la producción en respuesta a los altos precios del crudo, una flexibilidad que contrasta con la situación de los países miembros de la OPEP, que han tenido que reducir su bombeo para estabilizar los precios.
