Esta nación, reconocida por su fauna única, que incluye canguros y koalas, sorprende al mundo con otro dato impresionante: es el país con la mayor cantidad de dromedarios en el planeta. Aunque muchos asocian a estos animales con los desiertos de Asia o el Medio Oriente, en el continente oceánico se encuentra la mayor población de estos mamíferos, con una proporción de uno por cada 35 habitantes.
Sorprendentemente, el país con la mayor cantidad de camellos no se encuentra en los vastos desiertos del Sahara o Arabia, sino en Australia. Esta nación, conocida por sus amplias regiones áridas, alberga una población estimada de entre 750.000 y 1.000.000 de camellos salvajes, superando con creces a cualquier otra. Este fenómeno se explica por la capacidad de estos animales para adaptarse y prosperar, encontrando en el territorio australiano un entorno ideal para vivir en libertad.
La llegada de camellos a Australia data del siglo XIX, cuando el transporte y la construcción en zonas áridas dependían de la fuerza de estos animales. Durante el periodo en que el territorio australiano formaba parte del Imperio británico, se trajeron ejemplares desde Afganistán, India y la Península Arábiga. Estos resultaron indispensables para realizar trabajos pesados en regiones remotas y de difícil acceso, donde otros medios no podían operar.
En 1846, el explorador John Ainsworth Horrocks introdujo el primer camello en este país, iniciando una duradera relación entre estos animales y el continente. No obstante, con el desarrollo de la tecnología y la llegada de los motores, estos mamíferos fueron liberados, ya que su papel en las tareas pesadas se volvió obsoleto.
Al principio, la introducción de estos animales en Australia parecía la solución ideal para superar los desafíos del transporte en zonas desérticas. Sin embargo, con el tiempo, su presencia se ha convertido en un problema considerable. Consumen grandes cantidades de agua, un recurso vital en un país que enfrenta frecuentes sequías e incendios forestales. En su búsqueda, pueden agotar fuentes esenciales para las comunidades rurales, agravando la escasez en momentos críticos.
Además del problema del agua, estos han alterado significativamente el equilibrio ecológico en las regiones donde habitan. Debido a su tamaño considerable y la ausencia de depredadores naturales, han desplazado a la fauna autóctona, compitiendo por recursos como alimentos y hábitats. Esta situación ha ejercido una presión adicional sobre la biodiversidad, afectando a especies emblemáticas como los canguros y los emúes, así como a diversas plantas y otras formas de vida que dependen de los mismos recursos.
Para abordar este problema, los habitantes de la zona se han propuesto iniciativas que incluyen la captura y venta de camellos, principalmente a países del Medio Oriente, donde son apreciados. Este enfoque no solo tiene como objetivo controlar la población de camellos, sino también reducir el impacto ambiental que causan en Australia, ofreciendo al mismo tiempo un trato más digno a estos animales.