En entrevista con La República, el periodista Andrés Oppenheimer advirtió las preocupaciones ante un nuevo éxodo tras el fraude en Venezuela. También analizó la situación política del Perú y lo que se viene en las elecciones de Estados Unidos.
Venezuela se ha alzado contra el horror de un fraude perpetrado por Nicolás Maduro en las últimas elecciones, que han dejado expuesto a un régimen aislado, con sus principales socios —Brasil, Colombia y México— confusos y recurriendo a la represión para mantenerse en el poder. La dictadura ha dispuesto la investigación penal contra María Corina Machado y Edmundo González en un intento desesperado por callar la verdad, mientras la presión de Estados Unidos, la Unión Europea y los países de América Latina continúa en aumento.
Andrés Oppenheimer, periodista argentino de The Miami Herald y conductor de Oppenheimer presenta en CNN en Español, conversó con La República sobre el fraude —al que calificó como “la madre de todos los fraudes electorales”— la crisis política eterna del Perú, la posición de Donald Trump con el ascenso de Kamala Harris y su último libro ¡Cómo salir del pozo!, presentado en la Feria Internacional del Libro de Lima.
—¿Cómo Nicolás Maduro fraguó “la madre de todos los fraudes electorales” de América Latina a vista de todo el mundo?
—Fue un fraude escandaloso. La oposición mostró las pruebas, mostró las actas, pero la dictadura de Maduro adujo un apagón cibernético, un supuesto hackeo a las computadoras del CNE para nunca dar a conocer las cifras. Sacaron una cifra de la galera que ganaron por el 51%, pero no mostraron absolutamente ninguna prueba. Por eso lo llamé “la madre de todos los fraudes electorales” por lo menos en la historia reciente de América Latina.
Los autócratas se roban un puntito porcentual, dos puntitos, Evo Morales en 2019 en Bolivia y otros casos, pero este se inventó casi un 40% de los votos, una cifra sideral. Y ahora está buscando excusas para desviar el tema y no mostrar las actas.
La gente se olvida que María Colina Machado es una ingeniera especializada en datos electorales. Obviamente se prepararon para esto, crearon una estructura de veedores de mesas que le sacaron fotos a las actas, que las transmitieron, etc.
No hay duda de que esto fue un fraude monstruoso como para que hasta los amigos de Maduro como Lula, Petro y AMLO se queden callados. En el caso de Brasil y Colombia hay una preocupación mucho mayor porque ellos saben que si no se arregla esto, lo que se viene es una invasión de venezolanos, exiliados, migrantes, igual o mayor de la que se ha visto hasta ahora.
—Dicen que no hay maduro que no se pudra, la presión internacional de Estados Unidos, la Unión Europea, los países de la región que han reconocido a González, ¿cree que darán una solución a la crisis de Venezuela?
—Si se sienten respaldados, acompañados, si salen a la calle, eso va a tener un impacto, porque los militares venezolanos difícilmente van a salir a reprimir a gente, porque ellos tienen familias, tienen padres, tienen hijos, tienen hermanos y saben que perdió Maduro por goleada. Entonces, yo creo que la presión internacional es importante más que nada como apoyo moral para la oposición y para los venezolanos que salieron a votar y se sienten defraudados, engañados, robados.
—Con María Corina Machado desde la clandestinidad, ¿qué debería hacer la oposición en ese momento?
—Quizás no lo veamos en un día, en un fin de semana, pero yo creo que no se van a quedar callados, porque hay una gran diferencia entre esta elección y la anterior. En el 2018, Maduro también se reeligió fraudulentamente, pero en ese momento la oposición venezolana no se presentó a las elecciones. Y entonces Maduro se reeligió prácticamente sin oposición.
Esta vez se presentaron a las elecciones y tienen las actas para mostrar que ganaron. Entonces la gente en la calle en Venezuela siente que le robaron una elección, y eso marca una diferencia de lo que pasó en el 2018. Yo no sé si vamos a ver una salida masiva en un día, en una semana, en un mes, pero creo que Maduro no puede estar sintiéndose muy cómodo en el poder.
—Ahora mismo con una inflación desbocada, una crisis social, económica, éxodo, ¿cómo se puede sostener una dictadura como la de Maduro?
—Cuba se ha venido sosteniendo 60 años en medio de una crisis eterna. Yo creo que el plan de Maduro es hacer lo que se hizo en Cuba, que se vaya la mitad del país y tener un Estado policial con la mitad de la población dependiente del Estado.
—Y sobrevivir...
—Sí, porque no tiene dónde ir, porque si sale va preso, está siendo investigado por la Corte Penal Internacional. Entonces, yo creo que este éxodo masivo que va a venir es lo que Maduro quiere, pero no es lo que quieren Lula, Petro y los demás gobiernos latinoamericanos.
—En Perú, vivimos una crisis política, de corrupción que parece eterna, ¿cómo se percibe el gobierno de Boluarte en el exterior?
—No me animaría a dar una opinión porque no conozco a la Presidenta, pedí una entrevista con ella, nunca me contestaron. No sé si hay muchas entrevistas, pero me gustó la postura que han tomado con Venezuela. Fue muy rápida.
Perú tiene una tradición de defensa de la democracia en América Latina. La Carta Democrática se firmó aquí en el 2001. El Grupo de Lima, de Defensa de la Democracia de Venezuela, se inició aquí.
—Sí, pero también hablamos de una Boluarte con una aprobación del 5%...
—Pero ustedes los peruanos siempre castigan a los presidentes. Yo no recuerdo ningún presidente peruano que, como en México o en otros países, tenga un 50 o 60% de aprobación. A ustedes les gusta pegarle a los presidentes, a veces con razón.
Recién lo escuchaba en televisión a Francisco Sagasti decir que lo que pasa en Perú es que los políticos de centro, todos se disputan, todos quieren ser presidentes, entonces se dividen en el voto mayoritario y ganan los dos extremos.
Ojalá los políticos de centro peruanos tengan el patriotismo para dejar de lado sus ambiciones personales, hagan una primaria entre ellos, si todos piensan igual.
—En América Latina tenemos la mala costumbre de los caudillos
Yo tampoco creo que necesiten un hombre o una mujer providencial. Mira lo que les pasa a los países que tienen capitanes y micrófono, como Venezuela. Y, por otro lado, mira los países más exitosos del mundo. ¿Tú sabes cómo se llama el presidente de Finlandia? Yo tampoco. ¿Sabes cómo se llama el presidente de Suiza? No tengo la menor idea. ¿Y quiénes vienen mejor, los suizos o los peruanos?
Yo creo que los países que mejor funcionan son los que tienen instituciones fuertes, no los que tienen hombres fuertes.
—¿Cómo se siente un periodista latino que vive en Estados Unidos al escuchar que Trump habla de ejecutar “el mayor plan de deportación de la historia”?
—Horrible, aparte que es un disparate absoluto. Porque si Donald Trump deportara a los 11 millones de indocumentados, la inflación se dispararía y Estados Unidos se convertiría en un sistema policíaco donde habría redadas en las calles a toda la gente que habla español. Un disparate absoluto, pero que le funciona como relato.
Los líderes populistas en todo el mundo viven del show y viven del relato. Y necesitan crear enemigos reales o ficticios para envolverse en la bandera y convertirse en presuntos paladines de grandes causas. Y el relato de Trump es que Estados Unidos está supuestamente invadido por indocumentados latinoamericanos.
—Con un Biden caído y una Kamala Harris que apenas emerge, ¿cómo ve las elecciones de Estados Unidos?
—Yo creo que ha habido un cambio fundamental en el eje de la conversación. Antes de que Biden se saliera, toda la conversación en torno a las elecciones eran la edad y la agilidad mental de Biden. Y ahora se dieron vueltas los papeles porque de repente hay una candidata demócrata de 59 años que puede pintar a Trump como el viejo y el gaga de la contienda. Trump tiene 78 y comete un furcio tras otro.
La edad y la agilidad mental que era un problema de los demócratas ahora es un problema de los republicanos. De manera que la contienda está muy pero muy pareja. Yo creo que va a depender mucho de donde esté la economía en noviembre. Si la economía cae, puede ganar Trump.
—¿Cómo Trump, un candidato con sus características y acusaciones, puede lograr postular para una reelección en Estados Unidos?
—Porque estamos en el mundo de las redes sociales y de la posverdad. Todos estos líderes populistas tienen una cosa en común, sea Maduro, sea Trump, todos tienen un relato y se basa en que todo lo que dicen los medios es mentira y lo que dicen ellos es verdad. Que los periodistas somos los enemigos del pueblo. Es un fenómeno muy común. El que dice la cosa más disparatada es el que se lleva a los titulares. El que dice las cosas más moderadas nadie le para bola.
Yo lo entrevisté (a Trump). Es una de las personas más horribles que he entrevistado. Todo lo arrogante y antipático que se ve en público es en privado.
—En su libro el tema principal es la felicidad, ahora mismo es muy difícil hablar de ello...
—No, al contrario, yo creo que es más pertinente que nunca. Porque esto es algo que no es coyuntural, esto es algo que viene de hace 20 años. En los últimos 20 años la gente en todo el mundo es cada vez más infeliz. Este libro precisamente lo empecé a escribir a raíz de las revueltas sociales en Chile, en Perú, en Colombia, que vinieron después del Brexit, después del triunfo de Donald Trump en Estados Unidos.
Todos síntomas de una creciente infelicidad en el mundo. Y entonces lo que me propuse es ir a los países más felices del mundo y ver qué es lo que están haciendo ellos para no solo aumentar la prosperidad económica sino también la felicidad de la gente. Hoy día es más importante que nunca, en medio de todas estas crisis, estudiar un poco qué es lo que están haciendo los países más felices del mundo y ver qué podemos copiar de lo que se está haciendo en esos países.
—¿Se ha infravalorado la felicidad? Muchas veces se piensa que es un tema de autoayuda
—Hay mucho charlatán en todo esto. Y yo me acerco a todo este tema desde un gran escepticismo también. Porque en las primeras páginas del libro digo que yo soy un periodista escéptico. Hay una nueva ciencia de la felicidad, una ciencia económica, el progreso económico es indispensable, pero no es suficiente. Hay que agregarle otras variables. En algunos de nuestros países se están haciendo estas cosas, pero lo hacemos muy teóricamente, muy esporádicamente y muy mal.
—¿Por qué Perú, pese a que su economía relativamente estable, es un país de infelices?
—Fue uno de los países que me llevaron a escribir este libro. Yo empecé a escribir este libro cuando el estallido social en Chile. Yo siempre he dicho, como casi todos los economistas, periodistas, que Chile era el modelo para América Latina. Un país que crecía hace 30 años, reducía la pobreza como ningún otro y, sin embargo, la gente salió a la calle descontenta.
Al rato pasó lo mismo en Perú, país más estable de América Latina también. Incluso cuando progresamos económicamente somos más infelices. El crecimiento económico es indispensable, porque no es casual que los países más felices del mundo sean Finlandia, Suecia, donde la gente no se mueve de hambre ni mucho menos. Son países ricos, pero, además del crecimiento económico, necesitamos políticas públicas, educativas y empresariales para aumentar la felicidad de la gente.
