El retiro de la presentación de Carmen Mc Evoy y del epílogo de María Emma Mannarelli del libro 200 años después. Los escolares preguntan, los historiadores responden, del Proyecto Especial Bicentenario, por sendos textos de la presidenta Dina Boluarte y de la ministra de Cultura, Leslie Urteaga, habría generado sus primeras consecuencias, con la renuncia del director de la Biblioteca Nacional del Perú, Boris Espezúa Salmón.
El 2020 se hizo una edición digital de esta publicación sobre la independencia del Perú orientada a escolares, con los escritos de ambas historiadoras, y se imprimió el 2021. Este año se reeditó pero sin reconocer su labor.
Consultada por La República, la reconocida historiadora Carmen Mc Evoy indicó que se trata de “una absoluta falta de respeto al trabajo intelectual de aquellos que precedieron a la actual Dirección del Proyecto Especial Bicentenario (a cargo ahora de Percy Barranzuela, quien también aparece en el libro)”.
“Pareciera ser, por la soberbia y caradurismo que muestran, que ellos crearon el universo mientras se la pasan bailando, y es literal, por todo el Perú, sin crear ningún contenido relevante para estos momentos tan aciagos que vivimos”, remarcó.
Relató algunos detalles que evidencian el poco interés de la actual gestión en la obra. “Tengo muy presente, y pienso que muchos de los que participaron en el acto lo pueden corroborar, a su actual director Percy Barranzuela prendido al celular cuando se homenajeaba a José Faustino Sánchez Carrión en Huamachuco. Y luego dejar raudamente la sala para no volver a la ceremonia central, salvo la foto de rigor, en honor al Padre Fundador de la República del Perú. A partir de esta anécdota, opino que el acto de mutilar un texto orgánico es una combinación de ignorancia, petulancia y sobonería al poder que, desafortunadamente, ha tomado por asalto el denominado Ministerio de Cultura”, advirtió.
Mc Evoy cuestiona los argumentos del director del Proyecto Especial Bicentenario, que tendrá sus argumentos para validar la mutilación de los textos e “incorporar a la ministra de Cultura y a la presidenta Boluarte en un libro donde no existe una razón lógica para hacerlo, salvo llevar una ofrenda al poder de turno”.
“Más aún, los créditos que ahí aparecen y que tramposamente permanecen, se convierten en el arma ‘legalista’ para descartar no solamente mi introducción, respecto a una apuesta conceptual que se remite a la pedagogía republicana de Jorge Basadre, sino el epílogo de mi colega y notable historiadora María Emma Mannarelli. Porque es en el epílogo, también mutilado del libro, donde ‘modestamente’ se coloca Barranzuela para hablar de visibilizar a actores históricos desconocidos, cuando el gran acto de invisibilizar a dos historiadoras mujeres reconocidas, para enaltecer a sus waykis, lo perpetra él”, dijo a este diario.
¿Qué hay detrás de esta postura: acaso una suerte de dictadura avalada por el capricho o es la confluencia de todos los males que aquejan al país?
La historiadora responde: “No existe inteligencia y menos claridad mental suficiente para realizar dictadura cultural alguna. Una dictadura cultural demanda cierto conocimiento de la historia y de la realidad y los actores que llegan por oleadas al Ministerio de Cultura, ahora una suerte de agencia de empleos y feudo de la mejor amiga de Boluarte, lo único que hacen es luchar por sobrevivir. Ese es el leitmotiv de su existencia y para ello están dispuestos a todo. Entonces, el peligro acá no son sus luces sino su voluntarismo rapaz que, por ausencia de contenido racional alguno, nos tiene sumidos en la más absoluta mediocridad. Para ellos mutilar un libro es parte de su estilo de vida y eso, pienso yo, es el nervio central de la tragedia que nos embarga y conmueve, justamente en el año del bicentenario en el que se consolidó la independencia del Perú”.
Fuentes consultadas por La República ya nos habían advertido sobre los criterios que viene impulsando el actual Gobierno en el Ministerio de Cultura, entre otras dependencias. “No se trata de ideología, si quieres seguir, tienes que ajustarte a lo que digan Boluarte y su gente. Yo me opuse”, aseveró una de las fuentes hace un par de meses.
Tal como están las cosas, otras renuncias podrían sumarse a la del director de la Biblioteca Nacional del Perú.