Era 1993 y con solo 17 años, un joven Carlos Pereira decidió viajar a los Estados Unidos con la idea de estudiar Administración de Hoteles y Casinos en la Universidad de Nevada, en Las Vegas, para luego regresar al Perú. Sin embargo, el destino le tenía preparado ser uno de los empresarios panaderos más grandes de la ‘Ciudad del pecado’.
Mientras cursaba sus estudios superiores, trabajó en una panadería para solventar sus gastos. Su insistencia y perseverancia le hicieron ganar un puesto en el Caesars Palace, donde descubrió su talento y llevó su potencial al máximo nivel.
Carlos tuvo uno de esos destinos que se toman sin haberlo pensado, eso sí, siempre planeó en su vida los objetivos a mediano plazo. Sus inicios en la panadería nacieron en una feria laboral en el hotel Caesars Palace, en Las Vegas, donde no encontró una posición relacionada con lo que él buscaba, pero, bajo la condición específica de que los trabajadores de cualquier área podían transferirse hacia otra luego de seis meses, decidió probar suerte en uno de los empleos.
“En la entrevista me preguntan si soy panadero artesanal, yo le digo panadero soy porque ya había trabajado en una panadería y si partimos de que lo artesanal es lo que se hace con las manos, pues también soy artesanal. El ejecutivo se rio y me dijo que no era lo que estaba buscando, me dio su tarjeta y me dijo que iba a seguir entrevistando. Yo quería el trabajo y lo llamé por dos meses hasta que un día me contestó y me dijo que no era quien necesitaba, pero tampoco había encontrado alguien que pueda hacer lo que él quería y como yo le había llamado 40 veces, pensó que me debía interesar”, señaló Carlos en el canal de Youtube Gurú Motivación.
El administrador peruano fue capacitado por los mejores maestros de la panadería artesanal y logró destacar rápidamente. Al notar su talento y potencial, el chef ejecutivo John Hui, lo invitó a estudiar técnicas europeas en el Instituto de Panadería de San Francisco.
Luego de trabajar un tiempo en el Caesars Palace, otra empresa le ofreció pagarle 50% más de lo que ganaba con opción a aumentar el sueldo seis meses después. Carlos estuvo a punto de aceptar el puesto, pero una conversación con su jefe cambió el rumbo de su vida.
“Le digo que voy a capacitar a alguien en tres meses para que asuma mi puesto y me voy. Y al salir de su oficina me dice que pensaba que era más inteligente. Yo regreso y menciona que era el único que hace pan artesanal en Las Vegas y que era bueno en los Estados Unidos. Entonces me dice que estaba seguro de que este momento iba a llegar, pero que pensaba que cuando renuncie lo haría para poner mi propia panadería, y eso me hizo reflexionar. Le dije, voy a quedarme contigo hasta que ponga mi negocio. Seis meses después regresé para decirle que iba a hacer algo para mí mismo y fue duro al inicio”, cuenta.
Como todos los inicios, Carlos tuvo un comienzo complicado. Abrió su panadería Bon Breads Baking Co. en 1999 y tuvo que dedicarse a hacer de todo para poner su emprendimiento en funcionamiento. Con el tiempo, su negocio de panes artesanales funcionó y luego de ocho meses ya tenía un local cinco veces más grandes.
La calidad artesanal le ganó la confianza y referencia de una cartera de clientes y actualmente es proveedor de los más exclusivos restaurantes y casinos de Las Vegas con una producción continua de una variedad de más de 100 panes para resorts, hoteles y restaurantes.
En 2007, asesoró al equipo peruano en las eliminatorias sudamericanas de la Copa Mundial del Pan, en Buenos Aires (Argentina), que ocupó el segundo lugar. Tres años después, ganó la Copa Sudamericana, como capitán de la Selección Nacional Peruana y clasificó a la Copa Mundial del Pan de Francia 2012.
Luego de 30 años, ese joven Carlos, que llegó a los Estados Unidos con dudas y sueños, ha logrado ser considerado uno de los mejores panaderos artesanales del mundo.
