Si hay alguna imagen que refleje la bizarría en la que se desenvuelve la gestión de la ciudad de Lima, basta ver los empujones en medio de la calle para poder colocar los carteles con los desvíos debido a los trabajos que tienen que hacerse para construir la estación central de la línea 2 del Metro. El concesionario ha esperado por meses una autorización de la MML que nunca llegó de manera concreta, estable y definitiva. También el MTC ha procurado acuerdos y hasta Ositrán ha intervenido para lograr una versión estable y conversada.
“Es una vergüenza lo que está pasando. No entiendo a las autoridades que se oponen a una obra tan importante por temas que están zanjados legalmente y por formalidades que son fáciles de solucionar”, ha señalado Verónica Zambrano, presidenta del Ositrán.
Mientras la Policía buscaba aplicar un plan de desvío vehicular en pleno centro de Lima, los abogados de la municipalidad señalaban que no eran “legales” los desvíos y que se estaban perjudicando a los comerciantes de la zona.
En el Paseo Colón se han cerrado las vías para las obras respectivas y se ha anunciado que estos trabajos continuarán los próximos días. La pregunta para los pobres vecinos y personas que a diario se movilizan al centro de Lima es si este plan se mantendrá ante el público desacuerdo del Gobierno local. Se trata de un tema que no es menor, porque lo que se cuestiona en el fondo es la estabilidad jurídica del Perú y las reglas básicas para la inversión, que parecen no cumplirse en un proyecto tan grande como fundamental para el desarrollo del transporte público en la capital.
La MML ha emitido ayer un comunicado en el que anuncia el inicio de acciones penales contra la empresa concesionaria por cerrar las vías metropolitanas sin contar con la autorización municipal. Nuevamente, la controversia se instala y las autoridades no logran ponerse de acuerdo en algo tan básico como una obra de servicio público. El caos y el desgobierno siguen siendo nuestra realidad cotidiana.