Así como Julio Velarde, presidente del BCR, declara que el Congreso no es el llamado a decidir sobre la remuneración mínima vital, el canciller Javier González Olaechea podría hacerle notar a ese mismo Congreso que el Perú tiene tratados internacionales firmados sobre delitos de lesa humanidad. No son los únicos dos casos de usurpación parlamentaria.
En la búsqueda de una aprobación ciudadana que les es tan esquiva, los congresistas han venido perforando la economía del país en varios puntos. La idea, acaso surgida de una feria, es que repartir dinero da popularidad.
No sorprende que sea Velarde quien llame la atención sobre la iniciativa congresal para subir la RMV a S/1,545. El manso Ejecutivo, al que le corresponde tomar decisiones sobre ese tema, no ha dicho y probablemente no va a decir una sola palabra. El problema no está en la agresividad del Congreso, sino en la docilidad del Ejecutivo. El ministro de Trabajo ha ofrecido el aumento para el segundo semestre, y dice que lo está evaluando; el titular del MEF afirma que eso se debe hacer por consenso, no dice cuándo. ¿Pero quién le ha dado a Gustavo Cordero de AP (míster mínimo vital) vela en un asunto que no es político sino económico? Los dos ministros no están en contra, solo arrastran los pies. Ellos más bien parecen los corderos.
Subir el llamado salario mínimo no es malo en sí mismo, siempre y cuando no se produzca en una modalidad, en un momento y en una suma contraproducentes para los propios trabajadores que se desea beneficiar. Por eso no conviene que participen en el proceso aprendices de brujo económicos, y menos que lo lideren o monopolicen ante el silencio del Ejecutivo.
En cuanto a los crímenes de lesa humanidad pre-2022,. Nuestras relaciones internacionales (pues de eso se trata) no pueden estar sometidas a votación política.
Volviendo al tema de la RMV, la actitud de Velarde es la correcta. Pues no está defendiendo sus propios fueros, sino los de la institucionalidad en conjunto. Pues si no se le detiene, pronto el Congreso estará emitiendo dinero, en monedas y billetes. Y también aplicando inyecciones, claro.
