La participación de más de treinta candidatos presidenciales y miles de postulantes al Congreso en la elección del 2026 divide la voluntad de la mayoría, cuyo deseo ferviente es expulsar a los corruptos que buscan permanecer en el Estado. Esta abundancia de aspirantes provoca dispersión y da lugar a que se elija un gobierno débil, sin mayoría en el Congreso, como sucede actualmente. En estas circunstancias, la situación se mantiene y el desastre actual se profundiza.
El formato electoral permite que los corruptos participen y ganen el poder utilizando todos los medios a su alcance y a cualquier precio. Incluso pueden negociar puestos en el próximo gobierno con los dos candidatos que pasen a la segunda vuelta. La elección se convierte así en repartija y feria de oportunidades, con el JNE y la ONPE bajo su control. La segunda vuelta es donde pretenden llegar, aprovechando la dispersión, el candidato fujimorista y otro neo fujmorista, que se define como de centro derecha.
Romper ese esquema y definir en primera vuelta es crucial para darle al Perú un Presidente con autoridad y mayoría en el Congreso. Es clave para ejecutar los cambios fundamentales que permitan establecer una nueva democracia y terminar con la hegemonía de los depredadores del Estado.
Para vencerlos, es necesario unir fuerzas. De lo contrario, se avecina una “tempestad política y social”, como advierte Gustavo Montoya, profesor e historiador de la Universidad de San Marcos. Por su parte, Gonzalo Zegarra, liberal y abogado por la Universidad Católica, y máster en derecho por la Universidad de Yale, sostiene que un acuerdo en democracia es sumar, lo contrario polariza y destruye. Es la perversa realidad que vive el país.
Solo un liderazgo responsable, expresión de un amplio acuerdo con participación colectiva, puede canalizar la indignación popular y asegurar la unidad de la nación. Comprender la mala historia de las diferencias irreconciliables implica superarlas, nos enriquece y permite avanzar hacia el futuro promisor.
El objetivo es poner fin al Congreso que domina el clan fujimorista coaligado con sus cómplices de extrema derecha y extrema izquierda, en contubernio con el gobierno de Dina Boluarte, que más del 90% de la población rechaza por corrupto, mafioso y asesino.
En el siglo XIX, el Perú no pudo detener al invasor en la guerra debido a la desunión de sus dirigentes. La historia no debe repetirse con los que han invadido el Estado y roban hoy la riqueza que producen millones de peruanos.