"Si los demócratas pierden, hay quienes dirán que fue porque Biden no se retiró".
¿Ya ha ganado Donald Trump? Para algunos la única forma de evitarlo es echar a Joe Biden por la borda, por viejo y limitado. Eso era al día siguiente, y The New York Times se hizo eco de ese desesperado sentimiento. A 72 horas ya se sabe que Biden no se va a ir por las buenas, y que sacarlo por las malas sería costoso.
Pasado el primer susto ha surgido la idea de que Biden todavía podría ganar. Sus chances son limitadas, se empieza a decir, pero mejores que las de una candidatura nacida en la derrota del debate. Así, lo único que tienen los demócratas se va volviendo también lo mejor que tienen. Pero hay un triunfo Trump que ya está rondando.
Voces derrotistas y resignadas: si Trump gana, no será una desgracia al 100%. Pues él no tendrá la deslenguada libertad de acción de un candidato, sino que deberá someterse a las limitaciones de un presidente. Se menciona que algo de esto sucedió la vez pasada, cuando pudo verse un Trump mucho más tranquilo que ahora en la campaña del 2024.
En cierto modo, el partido demócrata puede terminar procesando la derrota recostándose en un patriotismo que hace un par de años todavía era de mal gusto. Algo así como el paso de MAGA (volvamos a hacer a los EEUU grandes) a un llamado a que los EEUU no dejen de ser grandes (elijan la sigla que quieran). Para eso ya mejor ni candidatear.
Si los demócratas pierden, hay quienes dirán que fue porque Biden no se retiró. Pero los tiempos le han deparado a Biden un papel heroico: luchar contra un candidato condenado por la justicia, que miente en todo momento, cuya ventaja en las encuestas hoy es de poco más de un punto porcentual. Son muchos los que consideran a Trump derrotable.
Quienes piden a Biden que se vaya no tienen una carta de reemplazo ganadora, y no es nada seguro que Michelle Obama lo sea. En cierto modo, su verdadera carta ganadora es el propio Trump, al que quizás imaginan domesticable hasta el absurdo. Aunque aún domado por las circunstancias Trump es un animal político de enorme peligrosidad, para el mundo entero, y más para los EEUU.
