La Franja de Gaza, hogar de aproximadamente 2,3 millones de personas, ha experimentado una transformación monumental en el último año. Las incursiones militares israelíes han destruido vastos sectores residenciales, borrando del mapa mezquitas e iglesias con siglos de historia, y han dejado inservibles tierras agrícolas esenciales.
La magnitud de la devastación es tan extrema que muchos habitantes se enfrentan a un futuro incierto donde regresar a sus hogares dañados es improbable. De acuerdo con las imágenes satelitales del equipo digital Sanad de Al Jazeera, los desoladores paisajes de Gaza revelan un terreno lleno de cráteres, campos agrícolas calcinados y estructuras aplastadas.
El equipo de este medio internacional, con sede en Doha, Qatar, ha mapeado la devastación desde el extremo norte de la región hasta Rafah. Las imágenes capturan la esencia de una destrucción que parece omnipresente en esta confinada área de tan solo 365 kilómetros cuadrados.
Uno de los mayores impactos se ha sentido en Jabalia, el mayor de los ocho campos de refugiados en Gaza, albergando una densa población en sus 1,4 kilómetros cuadrados desde su establecimiento en 1948.
Este campo ha sido recurrentemente blanco de ataques con bombas de 1.000 kilos proporcionadas por Estados Unidos, causando la muerte de cientos de sus 116.000 refugiados registrados. Estos artefactos son conocidos por crear cráteres que superan los 12 metros de diámetro, en medio de un campo rebosante de personas vulnerables.
A pesar de asumir el papel de hogar temporal para muchos palestinos desplazados por la fuerza en varias guerras, Jabalia ha soportado el peso destructivo de las operaciones militares, agravada por su pequeño tamaño que exacerba el impacto de tales ataques.
Tres kilómetros al sur de Jabalia, en la Ciudad Vieja de Gaza, se han registrado daños significativos a sitios de gran valor histórico y cultural. Esta área es conocida por custodiar varias de las construcciones más antiguas de Oriente Medio, incluyendo la Gran Mezquita Omari de Gaza y prominentes iglesias como la Iglesia de San Porfirio y la Capilla de San Felipe Evangelista.
El 8 de diciembre, un ataque aéreo afectó gravemente a la Gran Mezquita Omari, destruyendo una biblioteca de 747 años de antigüedad repleta de manuscritos raros, algunas copias del Corán entre ellos. La situación es grave; no solo lugares de culto islámico han sido destruidos, sino que también las iglesias cristianas han soportado daños extensos. La Iglesia de San Porfirio, por ejemplo, fue alcanzada el 19 de octubre por un misil durante un ataque que causó la muerte de 17 personas refugiadas en su interior.
Próximas a la Ciudad Vieja, las universidades de la Franja de Gaza han sufrido ataques incesantes. La Universidad Islámica de Gaza y la Universidad de Al-Azhar, dos de las principales instituciones de enseñanza superior de la zona, han quedado devastadas. El daño sufrido es tal que, según el Observatorio de Derechos Humanos Euromed, ninguna de las 12 universidades originales se mantiene operativa.
Europa, a través de sus organizaciones de derechos humanos, ha condenado estas destrucciones sistémicas que han destrozado el futuro educativo de decenas de miles de estudiantes palestinos, minando sus oportunidades de progreso académico y socioeconómico.
El Hospital Al-Shifa, en el barrio de Remal, ha estado en el centro de los asedios. El 15 de noviembre, fue rodeado por tropas israelíes, aunque su destrucción mayor se produjo cinco meses después con un asedio que dejó el lugar en ruinas. Este complejo, siendo el mayor en la región, fue un refugio para miles de personas antes de ser un objetivo militar.
Los ataques persistentes a infraestructura hospitalaria enfatizan las implicaciones humanitarias devastadoras, creando una falta total de acceso a cuidados médicos vitales en un entorno ya severamente afectado.
La Franja de Gaza experimenta una fragmentación territorial significativa debido a la creación de zonas de contención israelíes. En Juhor ad-Dik, por ejemplo, el Corredor Netzarim se ha transformado en una vía militar estratégica de 6,5 kilómetros de longitud, resultado de tareas de fortificación capturadas por imágenes satelitales entre el 8 y el 27 de agosto.
Además de un estrechamiento geográfico, los asedios han provocado la evacuación forzada de más de dos millones de personas hacia zonas supuestamente seguras como al-Mawasi, sólo para enfrentar nuevos ataques en su intento de encontrar seguridad. Se estima que Gaza ha sido destruido, dejando a millones sin hogar ni infraestructura básica para sobrevivir.
La destrucción no se limita a la infraestructura residencial y cultural, sino que se extiende a las tierras agrícolas, afectando a centros claves como Deir el-Balah. Este punto del centro de Gaza ha visto sus campos de dátiles, olivos y naranjas devastados, privando a los residentes de fuentes alimenticias cruciales. Con el 96% de la población sufriendo inseguridad alimentaria, la devastación agrícola es todavía más alarmante.
Israel ha provocado no solo daños físicos sino una hambruna creciente, exacerbando la crisis humanitaria tan profundamente que muchos analistas creen que puede requerir años de reconstrucción y rehabilitación para alcanzar una normalidad estable.