Escaparate de la cultura alemana en su expresión más auténtica, la capital de la región bávara sigue siendo este 2025 uno de los destinos de viaje de acierto seguro. Sí, su rica historia, su ecléctica arquitectura urbana y los increíbles parajes naturales de sus alrededores, sin olvidar sus emblemáticas cervecerías, hacen de ella un imprescindible. Y es que Múnich tiene atractivos para todos los gustos.
Famosa en todo el mundo por su impresionante fiesta de la cerveza, la Oktoberfest, que se celebra entre finales de septiembre y principios de octubre, esta urbe ofrece múltiples opciones de interés atemporales que la posicionan en la lista de muchos viajeros. A esto hay que sumarle un aliciente invernal muy tentador para los amantes de la nieve: sus bellos paisajes nevados y sus numerosas estaciones de esquí.
A poco más de una hora en coche, los Alpes bávaros despliegan un abanico de estaciones tanto para principiantes en busca de nuevas experiencias como para esquiadores avanzados. Entre las estaciones de esquí más populares sobresale la de Garmisch-Partenkirchen, sede de los Juegos Olímpicos de Invierno en 1936. Sus pistas variadas y su emblemático trampolín olímpico de saltos la han convertido en un must para esquiadores de todo el mundo.
Otra opción destacada es la región de Spitzingsee-Tegernsee, situada al sur de Múnich. Aunque no pertenece directamente a los Alpes bávaros más altos, ofrece paisajes alpinos igualmente cautivadores y un ambiente más tranquilo. Sus pequeñas estaciones cuentan con acogedoras cabañas donde se puede degustar la gastronomía local y disfrutar de una bonita experiencia en un maravilloso entorno.
Y un apunte, en la zona también hay castillos bávaros de recomendable visita, como el de Neuschwanstein, fuente de inspiración para la película de Disney La bella durmiente. Este emblemático castillo regala vistas panorámicas impresionantes que cautivan en cualquier estación del año. Aunque muchos lo relacionan con paisajes nevados, su encanto se mantiene intacto incluso en meses más templados, ofreciendo una oportunidad única para conectar con la historia, la arquitectura y la naturaleza que caracterizan a la región bávara.
La Marienplatz, el corazón de la ciudad, es un buen punto de partida para comenzar a descubrir esta interesante ciudad. Dominada por el imponente Neues Rathaus o Nuevo Ayuntamiento, en él está el famoso carrillón, que con sus figuritas y representaciones de eventos históricos de Múnich lleva cautivando ya más de un siglo a visitantes y locales.
A poca distancia, la Frauenkirche es también un icono con sus famosas torres gemelas. Para los enamorados de la historia, el Residenz, antiguo palacio de los monarcas bávaros, despliega opulencia y arte en cada rincón. Su museo y tesoro son un testimonio de siglos de esplendor dinástico. Otro imperdible es el Deutsches Museum, que dispone de una más que impresionante colección de ciencia y tecnología: desde física nuclear hasta robótica, lo cierto es que lo interactivo de sus exposiciones fascina tanto a niños como a adultos.
Tampoco debe faltar una visita al Englischer Garten, uno de los parques urbanos más grandes de Europa. Aquí se puede pasear entre paisajes pintorescos, disfrutar de una cerveza en su famosa cervecería al aire libre junto a la Chinesischer Turm o incluso observar a surfistas desafiando las olas en el río Eisbach. Todo un espectáculo que merece ser visto.
Como uno de los secretos mejor guardados de la ciudad, se encuentra la Asamkirche, una pequeña iglesia que, aunque su fachada pasa desapercibida frente a otros templos, sorprende con un exuberante interior. El horror vacui presente en su decoración es fiel reflejo de su estilo barroco.
Y por último, dos recomendaciones para los apasionados de la cerveza: el Museo de la Cerveza y el Oktoberfest, y la cervecería Hofbräuhaus, una de las más famosas del mundo.
A poco más de una hora de Múnich, el lago Chiem se presenta como una joya natural en el corazón de Baviera. Conocido como el «mar de Baviera» por su gran tamaño, este lago ofrece vistas espectaculares de los Alpes, tanto que incluso parece estar suspendido en el cielo. Aquí, lejos de todo bullicio, se pueden disfrutar de tranquilos paseos en barco y rutas de senderismo que permiten conectar con la naturaleza de una forma muy singular.
El bello lago, que se antoja como un escenario de cuento de hadas, es también el punto de partida para visitar dos islas emblemáticas: Herreninsel y Fraueninsel. La primera alberga el majestuoso Palacio de Herrenchiemsee, un sueño hecho realidad para el rey Luis II de Baviera, quien lo concibió inspirado en el Palacio de Versalles. Sus opulentos interiores con estancias llenas de lujo y detalles excepcionales, como la espectacular Sala de los Espejos, o los candelabros de cristal que embellecen los techos decorados con maravillosos frescos son una oda al lujo y transportan al visitante a una época de esplendor desmedido y fascinante. En contraste, Fraueninsel ofrece una experiencia más tranquila y espiritual. Su monasterio benedictino, activo desde el siglo VIII, es un refugio de paz.
Para redondear la experiencia, muchos viajeros aprovechan su visita al lago disfrutando de las estaciones termales de la región, como Bad Endorf. Este pequeño pueblo, famoso por sus aguas termales ricas en minerales, invita al relax en un entorno invernal que se complementa perfectamente con la visita al lago. Además, algunos restaurantes locales ofrecen platos tradicionales bávaros, como el schweinshaxe y el kaiserschmarrn, que añaden un delicioso toque culinario a la visita.
No hay duda de que Múnich y sus alrededores tienen algo especial, algo con lo que se conecta cuando se recorre y que es ese «algo» indescriptible que hace que un destino atrape al viajero desde el primer minuto. Si decide ir a descubrirlo, ¡le encantará!