Cuando un primer ministro británico quiere estrechar vínculos políticos o calmar tensiones, tradicionalmente se lleva a su invitado a Chequers, la casona de la campiña inglesa que se pone a disposición del inquilino de Downing Street. Alejarse del frenético ritmo de la capital parece que ayuda a crear ese ambiente más íntimo y relajado que favorece a las negociaciones. De ahí que Keir Starmer eligiera este entorno para cenar esta noche con Emmanuel Macron. No hubo declaraciones ni rueda de prensa conjunta. Pero el encuentro informal estaba cargado de simbolismo de cara a ese «reinicio» con la UE que busca ahora el «premier» laborista tras las tensiones del Brexit.
Ambos mandatarios abordaron cuestiones como la inmigración ilegal, las bandas de tráfico de personas que operan en el Canal de la Mancha o su apoyo a Ucrania ante la invasión rusa. En definitiva, un anticipo de cara a la cumbre bilateral de Reino Unido y Francia prevista para este 2025, para estrechar relaciones entre países vecinos quienes, no hace mucho, llegaron a protagonizar su peor crisis desde los acuerdos de la «entente cordiale» de 1904 por la animadversión personal que existía entre Macron y el ex primer ministro conservador Boris Johnson.
Ante todo, la cita buscaba allanar el camino de cara a las negociaciones que Londres y Bruselas deberán llevar a cabo este año para revisar el pacto de divorcio alcanzado «in extremis» en la Nochebuena del 2020. Starmer insiste, una y otra vez, que «no se trata de volver a entrar en la UE». Tampoco está dispuesto a meter de nuevo a Reino Unido en el mercado único o la unión aduanera. Pero está claro que quiere estrechar vínculos y prueba de ello es que ha elegido a Olly Robbins, el que fuera arquitecto del plan de «Brexit suave» en la administración fallida de Theresa May, como el funcionario de mayor rango para el Ministerio de Exteriores.
Un buen punto de partida para comenzar la revisión del acuerdo del Brexit será la reunión de defensa entre e Reino Unido y la UE que se llevará a cabo al margen de la cumbre informal de la UE el 3 de febrero. Según las filtraciones a la prensa británica, Bruselas se está preparando para «llevar a cabo una negociación dura» y «fijar un precio alto», a cambio de conceder al primer ministro mejores condiciones en defensa, seguridad y comercio. Según el «Financial Times», las «duras líneas rojas» de la UE incluyen «un acuerdo temprano sobre los derechos de pesca» y la aceptación por parte de Londres de la jurisdicción del Tribunal de Justicia Europeo (TJE). Este último es un tema sumamente delicado en Westminster, ya que el núcleo duro de la oposición conservadora y el partido Reform UK del populista Nigel Farage, cada vez más popular en las encuestas, piden salir del TJE después de que el tribunal paralizara el polémico plan del anterior Ejecutivo conservador para mandar a Ruanda a los solicitantes de asilo llegados por vías irregulares. La inmigración sigue siendo clave en la agenda.
Lo cierto es que el primer ministro británico no tiene fácil su tarea. Estrechar vínculos con la UE podría dificultar la «relación especial» que siempre han mantenido Reino Unido y Estados Unidos, ya que el enfoque del presidente electo, Donald Trump, dista mucho respecto a Bruselas en cuestiones como OTAN o los aranceles. Se añade, además, el desafío que plantea Elon Musk, dueño entre otros de Tesla y X (Twitter), quien desempeñará un papel clave en la nueva Administración americana y no para de protagonizar polémicas con sus continuos ataques a mandatarios de otros países con una peligrosa campaña de desinformación e ideas reaccionarias.
La cena mantenida anoche entre Starmer y Macron tenía lugar, de hecho, tan solo días después de que el presidente francés acusara a Musk de injerencia en las políticas europeas. Entre otros, el hombre más rico del mundo ha acusado al primer ministro británico de ser cómplice del «mayor crimen en masa cometido en la historia de Reino Unido» por no investigar supuestamente durante sus años como fiscal general del Estado un escándalo de abusos sexuales a menores ocurrido en Reino Unido hace décadas, lo que no es cierto.
Pese a que el año pasado Macron invitó a Musk y Trump a participar en la Cumbre de Acción de Inteligencia Artificial que se celebrará en Francia el 10 y 11 de febrero, está por ver si para entonces la invitación seguirá en pie. Cuando el controvertido magnate no fue invitado a la cumbre tecnológica organizada en otoño en Londres, expresó su enfado asegurando que «nadie debe ir a Reino Unido cuando están liberando a pedófilos convictos para encarcelar a personas por publicaciones en las redes sociales», en referencia al plan de liberación anticipada de reclusos con penas menores llevado a cabo por el Ejecutivo británico para aliviar la presión sobre un sistema penitenciario al borde del colapso debido a la falta de capacidad.