Cinco meses después del inicio de su incursión sorpresiva en la región rusa de Kursk, Ucrania está de nuevo a la ofensiva, a pesar de todos los intentos de Rusia de alejar a sus fuerzas de su propio territorio.
Miles de soldados norcoreanos no han ayudado a Vladimir Putin a eliminar la causa de una de las mayores humillaciones para el líder ruso que, en lugar de capturar Kyiv en tres días, no logró proteger su propio territorio del vecino más pequeño.
La región rusa se convirtió el lunes en la parte más acalorada de la línea del frente después de que Ucrania lanzara nuevos ataques en tres áreas alrededor de Sudzha, la principal localidad que controla en la región. Según múltiples informes, Ucrania utilizó una cantidad significativa de equipos blindados y medios de guerra radioelectrónica para suprimir los drones rusos.
En respuesta, Rusia recurrió al uso extensivo de la aviación y lanzó sus propios ataques en tres áreas, pero los informes de varios blogueros militares sugieren que las fuerzas ucranianas lograron avanzar al menos en una dirección, hacia Berdin y Veliko Soldatskoye, al noreste de Sudzha.
Las fuerzas ucranianas también sufren bajas, en medio de la superioridad del enemigo en aviación y es demasiado pronto para hablar sobre el resultado de la nueva ofensiva, subrayan los analistas militares ucranianos.
Sin embargo, incluso antes de esta última operación, Ucrania seguía controlando unos 500 kilómetros cuadrados de territorio ruso. Ahora es evidente que Rusia no logrará expulsar a las fuerzas ucranianas de su territorio antes de la toma de posesión de Donald Trump en Washington el 20 de enero, un objetivo que Vladimir Putin estableció para su ejército, según Kyiv.
“[Nuestra presencia en] Kursk es un factor muy importante en cualquier negociación”, subrayó el presidente ucraniano Volodimir Zelenski en una entrevista la semana pasada. Según él, la ofensiva sorpresa de Ucrania, que comenzó el 6 de agosto de 2024, cambió por completo la narrativa de que Ucrania estaba perdiendo la guerra y que no valía la pena apoyarla, especialmente en los países del Sur Global, en Asia, África y América Latina.
Ucrania ha perdido entre el 40 y el 50 por ciento del territorio que inicialmente había conquistado en Rusia, pero su presencia en el país invasor, más que la zona exacta que controla, es muy importante, según algunos analistas militares.
Rusia ha perdido hasta ahora unos 38.000 soldados, entre muertos y heridos, y unos 55.000 están combatiendo allí, en lugar de en la línea del frente en Ucrania, según las estimaciones. Unos 3.800 soldados norcoreanos también han muerto o han resultado heridos, utilizados principalmente como infantería, con una cobertura muy limitada por parte de los soldados rusos y pocas armas modernas, según Zelenski.
Sin embargo, algunas voces en Ucrania no están seguras de que los recursos valiosos y limitados se utilicen mejor en Kursk mientras Rusia sigue avanzando -lenta pero más rápido que hace varios meses- en la región de Donetsk. El Ministerio de Defensa de Rusia afirmó el lunes que Kurajove, un objetivo clave de sus incesantes ataques, finalmente cayó después de meses de asedio y guerra urbana.
Todavía había soldados ucranianos en algunas partes de la ciudad el lunes, según afirmaron fuentes ucranianas, pero el destino de Kurajove está sellado, coinciden, ya sea que haya caído ya o caiga en los próximos días. Es probable que Ucrania defienda sus posiciones cerca de la ciudad, pero Rusia ahora puede estar más cerca de su próximo objetivo clave y comenzar una batalla decisiva por la ciudad sitiada de Pokrovsk.
Rusia depende de su ventaja numérica, superioridad aérea y más armas para avanzar en Donetsk, pero paga un precio muy alto, en términos de sus soldados y equipo para hacerlo. Mucho dependerá de cómo vea el equilibrio de fuerzas el presidente entrante de EE. UU. y por eso lo que Ucrania y Rusia hacen en el campo de batalla también persigue objetivos políticos.
Volodímir Zelenski afirmó una entrevista con el podcastero estadounidense Lex Fridman que está dispuesto a negociar el fin de la guerra con los rusos solo un como paso final, después de una reunión con Donald Tump y con representantes de la Unión Europea (UE) y de haber obtenido de estos últimos unas garantías de seguridad para Ucrania.
«Nos sentamos, en primer lugar, con Trump. Nos ponemos de acuerdo con él sobre cómo se puede detener la guerra», explicó el líder ucraniano.
«Después podremos sentarnos con los rusos», dijo a su interlocutor, subrayando que un encuentro con el presidente ruso, Vladímir Putin, así como un alto el fuego, serían imposibles «sin garantías de seguridad serias» para el país invadido.
Zelenski reclamó de nuevo la entrada en la OTAN - por ahora sin los territorios ocupados por Rusia - así como el suministro de ciertas armas por parte de los aliados de Kyiv que no serían empleadas si el alto el fuego prospera.