Lo más emocionante de la jornada de ayer en Washington fue la campal batalla de nieve que se formó entre miles de ciudadanos en la tradicional esplanada de la capital de EE UU, a raíz de una fuerte nevada. A varios metros de distancia, sin embargo, estaba teniendo lugar uno de los momentos oficiales del proceso electoral en el país. El Congreso certificó de manera casi inadvertida la victoria en las urnas del presidente electo, Donald Trump consolidando su triunfo sobre la vicepresidenta Harris antes de su investidura, sin objeciones de ningún legislador mientras se leía el recuento de los estados en el pleno de la Cámara de Representantes.
Si bien es cierto que Washington se había blindado en materia de seguridad para la fecha, el peligro más grande que hubo en las calles eran posibles accidentes de circulación por las condiciones climáticas. Todo esto en contraste con el asalto al Capitolio que este 6 de enero llegó a su cuarto aniversario.
En noviembre Trump aseguró la presidencia con 312 votos electorales frente a los 226 de Harris, un total que fue confirmado durante la certificación del lunes, marcando el paso final del proceso electoral antes de que Trump asuma formalmente la Casa Blanca el 20 de enero.
Los republicanos ofrecieron una ovación de pie en la cámara cuando Harris anunció que la victoria de Trump había sido certificada. Además, una ovación bipartidista estalló en la Cámara de Representantes después de que la excandidata y presidenta del Senado declaró disuelta la sesión conjunta del Congreso. El evento duró unos 30 minutos antes de que Harris lo cerrara con el mazo.
Lo que se vio por parte de Harris, quien presidió el evento con una actitud profesional y sin expresividad absteniéndose de aplaudir, fue un ejemplo del carácter democrático de EE UU. El vicepresidente electo James David Vance también estuvo presente en la cámara durante el recuento. Los procedimientos transcurrieron sin contratiempos. Y a diferencia de la victoria de Trump en 2016, ningún legislador demócrata intentó bloquear la certificación de su triunfo.
Los procedimientos marcaron un giro de 180 grados respecto a hace cuatro años, cuando manifestantes irrumpieron en el Capitolio para intentar detener la certificación de la victoria de Biden sobre Trump, quien había pasado semanas difundiendo afirmaciones falsas de que las elecciones de 2020 fueron fraudulentas.
Trump, quien hace cuatro años permaneció en la Casa Blanca sin pronunciarse o intervenir mientras se desarrollaban los disturbios, pasó el lunes en su residencia de Mar-a-Lago en Florida mientras la certificación se llevaba a cabo sin mayor fanfarria. El presidente electo calificó el evento como un «gran momento en la historia» horas antes de que los legisladores llegaran para certificar los resultados.
En un video publicado antes de la certificación, Harris destacó la «transferencia pacífica del poder» como un pilar fundamental de la democracia estadounidense, calificando su deber como una «obligación sagrada».
«Como hemos visto, nuestra democracia puede ser frágil», dijo Harris. «Y depende de cada uno de nosotros defender nuestros principios más preciados». A pesar de que el evento fue mayormente simbólico, hubo algo de drama en torno al mismo. La tormenta de nieve que golpeó Washington durante la noche anterior creó complicaciones para los legisladores que intentaban regresar al Capitolio para la certificación.
La certificación debía continuar ya que cambiar la fecha debido al clima habría requerido una nueva ley, dado que la fecha del 6 de enero está estipulada en el estatuto federal. El Capitolio estaba también en alerta máxima de seguridad tras los sucesos de hace cuatro años, lo que llevó a la instalación de vallas alrededor del complejo del Capitolio y una presencia policial visiblemente mayor en los edificios de las oficinas del Senado y la Cámara, así como en el Capitolio mismo.
En la campaña electoral, Trump buscó repetidamente reescribir la historia de los eventos de hace cuatro años. Alardeó del tamaño de la multitud del 6 de enero, lo calificó como un «día de amor» y dijo que los manifestantes de ese día tenían «amor en sus corazones».
En múltiples mítines de Trump, se reprodujo una versión del himno nacional cantada por aquellos encarcelados por sus acciones ese día. El perdón a los acusados en relación con el 6 de enero fue una de las principales promesas de campaña, y Trump ha señalado que cumplirá con ella el primer día de su mandato.
En definitiva, la sesión de ayer solo pasará a la historia por el contraste con la de hace cuatro años, cuando una turba de seguidores de Trump asaltó el Congreso para evitar que los legisladores certificaran la victoria del entonces ganador, el todavía presidente, Joe Biden