En un mundo hiperconectado, donde la productividad es a menudo sinónimo de éxito, el concepto de 'hacer menos para lograr más' suena casi revolucionario. Tim Ferriss, autor de 'La semana laboral de 4 horas', defiende el principio 80/20, que sugiere que el 80% de los resultados proviene del 20% de las acciones. Por otro lado, existe un enfoque todavía más relajado y emocionalmente inteligente para manejar el estrés y mejorar el bienestar: el 'puttering'.
Este término anglosajón, difícil de traducir al español, describe el acto de realizar pequeñas tareas cotidianas de manera relajada y sin presión. Ordenar un armario, limpiar la cocina o arreglar una estantería son ejemplos de actividades que, cuando se hacen sin expectativas ni prisa, pueden ser sorprendentemente beneficiosas para la salud mental.
Lejos de ser una simple forma de procrastinación, el puttering es una práctica que combina actividad ligera y desconexión mental. Grandes personalidades como Jeff Bezos han destacado los beneficios de esta actividad aparentemente trivial. La clave está en su simplicidad: las tareas realizadas no requieren un esfuerzo mental significativo, lo que permite a la mente desconectarse y entrar en un estado de calma.
El objetivo no es ser productivo en términos tradicionales, sino disfrutar del proceso de hacer algo simple. Poner tu canción favorita, un audiolibro o un podcast mientras limpias o cocinas puede transformar estas actividades en momentos de 'mindfulness', ayudándote a aliviar la tensión acumulada.
Desde el punto de vista psicológico, el puttering ofrece múltiples beneficios. Las actividades simples permiten que el cerebro se relaje, reduciendo los niveles de cortisol, la hormona del estrés. Además, generan una sensación de logro al completar pequeñas tareas, lo que libera dopamina, el neurotransmisor asociado con la felicidad y la recompensa.
Otro beneficio importante es su capacidad para fomentar la creatividad. Mientras realizas estas tareas ligeras, tu mente tiene espacio para divagar y generar ideas de manera espontánea. Este fenómeno, conocido como descanso activo, es especialmente útil para resolver problemas o desarrollar proyectos complejos sin la presión de una meta inmediata.