Si uno piensa en la clásica arquitectura
barcelonesa, inevitablemente, cabrá evocar el nombre que es una marca en sí
mismo, convertido en reclamo turístico de primera magnitud: Antoni Gaudí. Este
fue responsable de una decena de edificios en la Ciudad Condal de máximo
interés artístico, pero en la misma urbe destacó otro genio en este ámbito, al
que bien se podría dedicar el alias del «arquitecto de Barcelona», que nació
seis años después del creador de la iglesia de la Sagrada Familia. Estamos
hablando de Enric Sagnier (Barcelona, 1858-1931), del que hay un total de 380
obras catalogadas en la ciudad.
Sagnier se licenció en Arquitectura en
1882 y desde joven recibió numerosos encargos de la sociedad civil, de la administración
y de la Iglesia, hasta tal punto de que fue el arquitecto modernista más
prolífico. Tal cosa no era fácil considerando la impronta de otros
profesionales tan reputados de la época como el propio Gaudí, Puig i Cadafalch
y Domènech i Montaner. En su caso, al comienzo se dedicó mucho a los edificios
de viviendas, como sucedió al afrontar el diseño de la Casa Dolors Vidal de
Sagnier que, construida entre 1892 y 1894, fue utilizada como vivienda familiar
y como estudio del arquitecto.
Hoy, este edificio
alberga el Hotel Casa Sagnier, que no puede estar en un lugar más privilegiado: la Rambla Catalunya, a unos pasos de la avenida Diagonal, Plaza Cataluña
y el Paseo de Gracia. Se trata de un establecimiento de lujo de 51 habitaciones y
suites, concebido para que el entorno proporcione una sensación de elegancia y
romanticismo, al tiempo que sirva de repositorio del legado de Sagnier. Así, al
artista se le homenajea ahí por doquier en el edificio, en forma de bustos
escultóricos o libros de arquitectura, pero
sobre todo por medio de la Gran Suite, su habitación más exclusiva con
historia.
Es una habitación esta de 61 m² que es testigo de un
pasado con pedigrí, pues el huésped que se aloje en ella tiene la oportunidad
de dormir
en el que fuera el antiguo estudio de Sagnier. Es la habitación más espaciosa y lujosa del hotel, y cuenta con grandes
ventanales con vistas a la Rambla Catalunya, más un salón y vestidor. Junto a
esta, hay en el Hotel Sagnier
elegantes y confortables habitaciones con terraza, por ejemplo, desde las que
otear la efervescencia de la ciudad continuamente.
Cerca
de la ubicación del hotel, además, hay diversas construcciones de Sagnier, en
la avenida Diagonal o en sus inmediaciones, como laier proyectó en el entorno
religioso, como la que fue su obra más representativa, el Templo Expiatorio del
Sagrado Corazón, en el Tibidabo, proyecto que acabó su hijo en 1961.
En el ámbito institucional, Sagnier
también hizo una gran cantidad de edificios oficiales en Barcelona, como el
Palacio de Justicia y el edificio de la Aduana del Puerto. En fin, estas rutas
permiten admirar, con un guía especializado, el grandioso trabajo de este
arquitecto, que se percibe en edificios como la Casa Ferran Cortés, la Casa
Estanislau Planàs, la Casa Isidra Pons, la Casa Rudolf Juncadella, la Casa
Rupert Garriga Miranda o la Escuela de las Damas Negras. En cuanto a la
parte montañosa de la ciudad, el visitante podrá plantarse delante de casas
unifamiliares como las de Francesc Sert y Eusebi López o la Casa Ignasi Coll
Portabella, situadas en la Avenida Tibidabo.
Más allá de estos alicientes, cabe decir que Casa Sagnier es tanto un lugar de lujo para quien tenga el acierto de decidir hacer una reserva como de encuentro popular. A sus espacios gastronómicos (restaurante, bar-terraza o cafetería), todo servido exquisitamente tanto en la oferta como en la atención, llegan los huéspedes de un lugar marcado por la tradición arquitectónica, pero también los paseantes de una Barcelona que no descansa, y que recibe a la gente del mejor gusto y de cualquier lugar del mundo.
[[H3:Cafè de l’Arquitecte]]
Este es sin duda un sitio donde
experimentar la vida cultural de la ciudad desde una perspectiva íntima, y
comer a las mil maravillas gracias a las delicias que se elaboran en el Cafè de l’Arquitecte.
Este rinde tributo a Sagnier por medio de un interiorismo caracterizado por la
reinterpretación contemporánea de sus obras. Por ello, encontramos en él un estilo
clásico con libros antiguos, fotografías del arquitecto y elementos
artesanos propios de un taller de arquitectura de la época.
Es un lugar estupendo para, si eres cualquier paseante por
la bulliciosa Rambla Cataluña, te detengas a tomar algo tanto en la terraza en
medio del paseo, como dentro, en su preciosa cafetería, que también ofrece una
sabrosa carta de cócteles. Justo al lado, comer en el restaurante es todo un
placer: el hotel ofrece una gastronomía sencilla y a la vez sofisticada que,
partiendo de los sabores mediterráneos más reconocibles, crea un conjunto de
platos realmente fabulosos.
¿Qué tal un pan de coca, “La coca de
Folgueroles”, con tomate para abrir el apetito, seguido de una paletilla
ibérica de bellota 100% cortada a cuchillo, o una croqueta casera de pollo de
payés? Son exquisiteces para todos los paladares, perfectas tanto para el
lugareño como para el turista de tierras remotas. Berenjena asada a la parrilla
con ajoblanco, almendras laminadas, caqui y miel de caña, terrina de foie hecho
en casa con compota de fruta casera y tostaditas, brioche de pastrami ahumado,
crema de calabaza asada, polvo de castaña, setas de otoño y aceite ahumado, Verduras
de otoño asadas, stracciatella de burrata artesana y vinagreta de miel con
semillas de mostaza…
Y así un sinfín de platos –en que no
faltan las setas de temporada salteadas, los pulpos a la brasa, el rodaballo a
la plancha o las albóndigas con sepia a la catalana– que harán de cualquier
comida en el hotel Casa Sagnier un rato de placer y armonía, pero también una
sutil lección de historia, arte y literatura. No en vano, sentado en cualquier
lugar del restaurante, el comensal puede alargar el brazo y curiosear libros
antiguos, y así, hojeando versos, alguna referencia histórica o una imagen
arquitectónica, sentirse en la que fue la biblioteca y el lugar de trabajo de
un artista cuya obra cabe recordar, conocer o redescubrir.