La geopolítica mundial ha ido cambiando con el paso de los siglos. Formación de nuevos países, división de otros tantos y conflictos políticos y guerras que han provocado que a día de hoy podamos encontrar 193 países a lo largo y ancho del planeta (reconocidos por la ONU, lejos de otros tantos que no se consideran Estados soberanos). Europa roza la media centena de naciones, las cuales también han ido sufriendo modificaciones a lo largo de la historia, tanto de extensión como de nomenclatura. Pero uno de ellos, en concreto el más antiguo de la Unión Europea, no ha cambiado nunca de nombre desde su fundación.
Se trataría de Bulgaria, en el corazón de los Balcanes y que está lleno de patrimonio. Si bien es cierto que no triunfa por su turismo como otras naciones europeas, lo cierto es que cuenta con una de las curiosidades que le hacen único: es el único de toda la Unión Europea que no ha cambiado su nombre desde su fundación en el siglo VII, además de ser el más antiguo de la UE.
Bulgaria se fundó en el año 681. Cuenta con raíces que datan de los tracios, una civilización que habitó la región antes de la llegada de los romanos. La región formó parte del Imperio Romano, hasta que tuvo lugar en el siglo séptimo el Primer Imperio Búlgaro, adoptando el nombre de "Bulgaria", que derivaba de la tribu protobúlgara.
Durante la Edad Media, fue una gran potencia regional, y Bulgaria adoptó el cristianismo como religión y desarrolló el alfabeto cirílico. En el siglo XII, se produjo el Segundo Imperio Búlgaro al liberarse del dominio bizantino. Posteriormente, sería dominada por los otomanos durante casi quinientos años, hasta que en el siglo XIX, se produjo el despertar cultural y renacimiento nacional búlgaro con la Guerra Ruso-Turca. En el siglo XX cayó en manos de la URSS, y con la caída del comunismo, inició su transición hacia la democracia en la década de los noventa. Así, se unió a la Unión Europa en 2007.
Incluso en época de dominio de los diferentes pueblos que se asentaron en el territorio, los búlgaros conservaron su idioma, religión y tradiciones, que se habían fortalecido con la llegada del cristianismo y el alfabeto cirílico. Ni siquiera en cincuenta años de influencia soviética provocó que este territorio se deshiciera de sus orígenes. Por otro lado, su ubicación estratégica en los Balcanes permitió a Bulgaria ser puente entre Europa y Asia, y en definitiva, un punto de conexión importante entre Oriente y Occidente durante los siglos.
En Bulgaria, lugares como la Iglesia de Boyana, el Monasterio de Rila o la Tumba Tracia de Kazankal son reconocidos como Patrimonio de la Humanidad. También posee una rica diversidad natural, con sus montañas y Parques Nacionales o la costa búlgara del Mar Negro, que ofrece destinos populares como Varna y Burgas. Y también destaca Sofía, su capital.
No obstante, hay que hacer hincapié en que ese hito de antigüedad ha generado siempre controversias. Bulgaria sería la nación más antigua de la UE pero no de Europa, ya que en este caso es San Marino, ese microestado dentro del territorio de Italia, en relación a la independencia de Estados tal y como se conoce hoy en día (el cual se fundó en el 301 después de Cristo).
Pero si tenemos en cuenta las civilizaciones que inspiraron a estos territorios, tanto Grecia (que data de alrededor del 1.600 antes de Cristo, aunque no era el país heleno que hoy conocemos) como Armenia (que se considera de Europa y su civilización sería incluso más antigua que la griega, entre el 3.000 a.C. y el 2.000 a.C.) podrían considerarse más antiguos.