Cada 31 de diciembre, el reloj de la Casa de Correos se vuelve, por unos momentos, en el protagonista invadiendo todas las casas de los españoles. Las campanadas del emblemático reloj de la Puerta del Sol despiden el año para dar comienzo al siguiente. Sin embargo, hay un detalle que no muchos conocen, menos aún su explicación. El reloj, cuyos dígitos están en números romanos, muestra las cuatro con el curioso símbolo IIII, en lugar del tradicional IV. Esta particularidad ha intrigado a observadores durante generaciones, provocando numerosas especulaciones sobre su origen y propósito. ¿Cuál es la razón detrás de esta inusual representación del número cuatro en numerales romanos?
La explicación nos transporta a los orígenes de la numeración romana, profundamente influenciada por la numeración etrusca. Este antiguo sistema añadía cada símbolo de forma acumulativa, y mientras que los etruscos representaban el número 4 como IIII, fueron los romanos quienes adoptaron posteriormente la forma abreviada IV.
No obstante, en la época de la Antigua Roma, el uso de IIII persistió debido, en parte, a creencias supersticiosas. En latín, las letras IV forman el inicio del nombre Júpiter (IVPITER), el dios supremo en la mitología romana. Para evitar lo que podía interpretarse como una falta de respeto hacia esta deidad, algunos preferían la versión IIII, considerada más neutral.
No hay una teoría definida sobre cuál es el motivo por el que el reloj, obra del relojero leonés José Rodríguez Losada, tenga en su esfera un IIII, en lugar de un IV. La discusión sobre esta preferencia ha llegado hasta nuestros días. Hay quienes lo atribuyen a una imposición del Rey Carlos V de Francia y que desde entonces muchos relojeros lo tomaron por costumbre. Según el Instituto Británico de Relojería, la elección de IIII responde a motivos relacionados con la estética. Argumentan que este formato contribuye a crear un equilibrio visual en las esferas de muchos relojes, entre ellos el Reloj de la Casa de Correos, ya que se alinea simétricamente con el VIII situado en el lado opuesto.
Otra interpretación apunta a la claridad como razón principal. Defensores de esta postura sostienen que IIII es más fácil de distinguir del número VI (6), que aparece invertido en las esferas de los relojes, reduciendo así posibles confusiones para quienes los leen.
De este modo, el uso del IIII en lugar de IV en el reloj de la Puerta del Sol reúne elementos de tradición, diseño y superstición. Cada cual puede elegir su propio motivo. No hace falta que te plantees este motivo en plena toma de uvas, pero sin duda este detalle singular sigue fascinando y estimulando la curiosidad de quienes se detienen a observarlo, aportando una nota de misterio a uno de los relojes más icónicos del mundo.