El Gobierno ha hecho suyo el discurso de Felipe VI en Nochebuena. La llamada a la «serenidad», al «consenso» y a la búsqueda del «bien común por encima de los desencuentros» políticos que realizó en su mensaje navideño ha contado con el respaldo de Moncloa, marcando distancias con sus socios –tanto dentro como fuera de la coalición– que cargaron contra la intervención del Monarca y reiteraron sus proclamas nacionalistas. La asunción de las palabras del Rey, sin embargo, no ha hecho que los socialistas se den por aludidos en su necesaria contribución a rebajar la tensión política, sino que se ha utilizado el discurso para volver a cargar contra el adversario político. Más madera contra el PP.
Sin un ápice de autocrítica, como ya hiciera el propio Pedro Sánchez en el balance de fin de año, en el que descargó toda la responsabilidad del «tornado de crispación política» sobre el principal partido de la oposición, por «intentar ganar con bulos lo que no consiguieron con votos en las urnas»; desde el Gobierno intentan ahora debilitar la posición de Alberto Núñez Feijóo utilizando a Felipe VI para ello. Fuentes gubernamentales consultadas por este diario enarbolan las palabras del Rey y acusan al PP de ser el principal promotor de la polarización que se critica. En el Ejecutivo se aferran también a cuestiones como la inmigración o la vivienda, que tocó en su intervención, para retratar la falta de acuerdo con el principal partido de la oposición. Obviando cualquier responsabilidad al respecto de los acuerdos de Estado que no se han podido fraguar.
«La situación es insostenible», aseguran fuentes socialistas sobre la coyuntura en la que vive Canarias con la llegada continuada de migrantes y la incapacidad para lograr un pacto de mínimos que permita la acogida de los menores no acompañados que han llegado a las costas españolas. En teoría, el Gobierno sigue haciendo llamamientos al PP para poder acordar esta cuestión, dado que el grueso del poder territorial se encuentra en manos de gobiernos populares y que, además, este partido cogobierna en coalición con Fernando Clavijo en Canarias.
En la práctica, sin embargo, estos llamamientos solo buscan minar la credibilidad del PP porque el Gobierno ya ha asumido que no habrá acuerdo con el principal partido de la oposición. Los esfuerzos negociadores se centran, después de la última reunión frustrada a principios de diciembre con el PP, en lograr un acercamiento con Junts, a cambio de darle más competencias en inmigración. En concreto, se trabaja para desbloquear la reforma de la ley de extranjería que decayó en el Congreso por los votos de los de Carles Puigdemont –unidos a PP y Vox–, de manera que se puedan activar así los mecanismos de distribución territorial de los menores migrantes llegados a Canarias. Hasta ahora, el Gobierno se había negado a promover una solución vía decreto, impulsada directamente por el Ejecutivo, para sortear posibles recursos de inconstitucionalidad por parte de alguna región del PP. Si la iniciativa es legislativa y parte de los grupos, este escollo se salvaría.
Otra de las cuestiones en las que el Gobierno ha aprovechado las palabras de Felipe VI para presionar al PP es la política de vivienda. La Conferencia de Presidentes que se celebró a mediados de mes en Santander tenía como única expectativa lograr desbloquear la reforma de la ley del suelo, un texto ya trabajado con el PP, pero que se vetó en plena precampaña de las europeas como palanca del pulso electoral que libraban con Sánchez. El Ejecutivo se ha fijado la vivienda como uno de los ejes de la legislatura, pero ya ha asumido la incapacidad para avanzar en una cuestión cuyo reparto competencial está residenciado en las autonomías –y las del PP no están dispuestas a aplicar la ley de vivienda en vigor–. En este punto y aprovechando que Felipe VI incluyese esta problemática en su discurso, desde el PSOE reprochan a la oposición que no se avenga a «blindar la vivienda protegida», prohibiendo su venta a fondos de inversión y asumiendo que «no es un negocio, sino un derecho». En el Gobierno despachan la falta de acuerdo con el PP, acusándole de haberse lanzado a los brazos de la ultraderecha, sin asumir su parte de responsabilidad.