Pedro Sánchez tiene un comodín, una palanca que activa cuando interesa desviar la atención o generar una llamada a filas. El «efecto Franco» es el mejor pegamento y el presidente ha hecho uso del mismo desde que llegó a La Moncloa. El anuncio, en julio de 2018, y posterior exhumación de los restos del dictador del entonces Valle de los Caídos, ahora resignificado como Valle de Cuelgamuros, fue su primera decisión simbólica, lo que para José Luis Rodríguez Zapatero fue la retirada de las tropas de Irak. Esta bandera, enarbolada de manera puntual y sostenida alcanzará su máximo apogeo este 2025, coincidiendo con un aniversario redondo: el 50 aniversario de la muerte de Franco. El Gobierno prepara un centenar de actos bajo el lema «España en libertad», vinculando su fallecimiento con la llegada de la democracia. Un argumento tramposo –e irreal–que borra de un plumazo la Transición y que demuestra la necesidad de instrumentalizar la figura del dictador.
En un momento de máxima debilidad para el Gobierno, cercado por los frentes judiciales y la inestabilidad en el Congreso de los Diputados ante las dificultades para aprobar unos nuevos Presupuestos Generales del Estado, Moncloa quiere poner el foco en uno de los hechos más notorios de la historia reciente de nuestro país y en una figura, la de Franco, que tiene un potencial simbólico y aglutinador para activar a las bases progresistas bajo una causa común. Con una estrategia a la defensiva, Sánchez ha hecho bandera de la lucha contra la extrema derecha, ubicándose como el muro de contención para su avance en España, al contrario de lo que ocurre en otros países del entorno europeo o a escala mundial. Esta fue su apuesta para las elecciones del 23J y también para las últimas europeas.
El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, ya anunció que en el año 2025 se celebrarán un centenar de actos bajo el lema «España en libertad», que arrancarán el próximo el próximo 8 de enero en el Museo Nacional de Arte Reina Sofía de Madrid. El jefe del Ejecutivo presidirá este acto, que será «el primero de muchos», para poner en valor la gran transformación en este medio siglo de democracia y «homenajear a las personas que la hicieron posible», señalan fuentes gubernamentales. En el Ejecutivo guardan con celo el goteo de eventos que se irán produciendo a lo largo del año, para ir marcando la agenda en una cuestión que el Gobierno ha utilizado tradicionalmente para patrimonializar políticamente el relato y que no ha contado para su preparación con la colaboración ni la connivencia de la Jefatura del Estado ni del principal partido de la oposición.
El Gobierno tiene previsto crear una Alto Comisionado y un comité científico de expertos para colaborar con todas las administraciones en la celebración de estas actividades, que tienen como objetivo «poner en valor la gran transformación que ha experimentado España en este medio siglo de democracia y rendir homenaje a todas las personas y colectivos que lo hicieron posible», señalan desde el Ejecutivo. Se tratará de «actividades culturales, eventos de diversa índole, en escuelas, calles, y museos» a partir de enero y todavía por concretar. Entre los hitos que se prevé también impulsar está la consolidación de la Ley de Memoria Democrática con el impulso definitivo a la disolución de la Fundación Francisco Franco.
«Ha pasado casi medio siglo, pero las consecuencias de la herida son aún visibles y exigen una reparación como la que hoy reciben las víctimas. Si hoy estamos aquí es porque al final triunfó la democracia, pero ese triunfo no es nunca definitivo, hoy escuchamos todavía proclamas favorables al franquismo en el Congreso», señaló el propio Sánchez. Desde el Ejecutivo también se han propuesto «poner límites» a las leyes autonómicas de concordia que, consideran, atentan contra la Ley de Memoria Democrática, en virtud de la cual se celebran estos actos, porque «no hay concordia en equiparar víctimas y verdugos o en pactar con aquellos que van en contra de la libertad», una última crítica dirigida hacia los gobiernos de PP y Vox, a quien se quiere ubicar como antagonista en la celebración de toda «intensa agenda de actividades».
De hecho, el Partido Popular se desmarcará de las actividades programadas desde Moncloa. La primera en levantar la voz fue la presidenta de la Comunidad de Madrid, Isabel Díaz Ayuso, que acusó a Sánchez de haber «enloquecido» y desde su gobierno confirmaron a LA RAZÓN que «no vamos a participar en ningún acto de Franco que haga Sánchez». En Génova secundaron este movimiento y no piensan prestarse a la estrategia del Gobierno para tratar de desviar la atención de sus carencias.