La Navidad es uno de los momentos más esperados del año, no solo por niños y niñas, sino también por aquellos que, aun siendo adultos, se dejan envolver por su magia. Este período festivo llena los hogares de música, películas y tradiciones que evocan calidez y unión familiar. Campañas publicitarias y clásicos cinematográficos insisten en transmitir la idea de que la Navidad va más allá de los regalos materiales. Sin embargo, el consumismo, omnipresente, tiende a desvirtuar los esfuerzos por fomentar valores humanos esenciales.
En este contexto, los centros educativos organizan actividades benéficas y mercadillos solidarios, promoviendo la solidaridad y el compromiso social. Pero cabe preguntarse: ¿qué sucede con estas iniciativas durante el resto del año? Es fundamental que estas acciones no queden relegadas a una época específica, sino que se conviertan en parte del aprendizaje continuo de los niños.
Uno de los momentos más significativos para los más pequeños es la escritura de la carta a los Reyes Magos. Esta tradición, que inicia con un catálogo repleto de opciones, ofrece a las familias una oportunidad única de convertirla en una herramienta educativa. Los padres desempeñan un papel crucial al guiar a sus hijos en este proceso, fomentando valores como la empatía, la generosidad y el consumo responsable en una sociedad que nos impulsa constantemente a desear más de lo necesario.
Reflexionar junto a los niños sobre sus deseos y necesidades es clave para inculcar gratitud por lo que ya poseen. Además, puede ser una ocasión perfecta para hablar sobre el valor de compartir. La popular frase «lo que entra por lo que sale» se traduce en acciones concretas, como donar juguetes que ya no se utilizan para alegrar a otros niños. Este gesto no solo refuerza la importancia de cuidar las cosas, sino que también introduce el concepto de reutilización como parte de un aprendizaje sostenible.
Asimismo, al escribir la carta, los niños suelen centrarse en sus propios deseos, olvidando considerar a los demás. Motivarles a incluir regalos para otros miembros de la familia puede ayudarles a desarrollar empatía y a prestar atención a las necesidades ajenas, fortaleciendo sus habilidades sociales y emocionales.
Por último, compartir este proceso en familia permite dialogar sobre los valores que subyacen en cada elección. Explicar que los Reyes Magos hacen lo posible por cumplir los deseos, pero que no siempre pueden atender todas las peticiones, ayuda a los niños a gestionar sus expectativas y a construir resiliencia, habilidades esenciales para su desarrollo.
Como anécdota personal, cada Navidad mi hijo pequeño incluye en su carta una petición singular: una pata de jamón. Para él, los juguetes ya no son prioridad y su pasión por el jamón, lo convierte en su elección predilecta. Su argumento para justificar esta petición siempre incluye la intención de compartirlo con los demás, un gesto que refleja los valores que intentamos inculcar en casa.
En definitiva, la Navidad es una oportunidad única para las familias de contribuir al aprendizaje y crecimiento de los niños, transformando tradiciones como la carta a los Reyes Magos en lecciones de vida que perduren más allá de estas fechas.
Sara Sánchez Ruiz es directora del Máster Universitario en Psicopedagogía Online y del Máster Universitario en Necesidades Educativas Especiales Online
en UNIE Universidad