El estancamiento de la economía alemana, presa del encarecimiento de la energía y la debilidad del comercio internacional, ha pesado en 2024 sobre la actividad de la eurozona, que este año verá crecer su PIB menos de un 1% y encara 2025 con un horizonte ensombrecido por los riesgos geopolíticos.
La economía alemana ha estado transitando a lo largo de 2024 al borde de la recesión y los analistas no esperan que logre salir del estancamiento en 2025. En el primer trimestre el PIB alemán tuvo un ligero crecimiento del 0,2%, en el segundo se contrajo un 0,3% y en el tercero logró escapar a la recesión técnica con una subida mínima del 0,1%, según datos de la Oficina Federal de Estadística (Destatis).
Aunque hasta ahora el mercado laboral se ha mostrado resistente, la crisis en sectores claves de la economía alemana, como el automovilístico, que ha obligado a las empresas a anunciar planes de ahorro y recortes de plantilla, hacen temer por miles de puestos.
El director del departamento de macroeconomía del Instituto de la Economía Alemana (IW) de Colonia, Michael Grömling, no cree que en 2025 se logre revertir la tendencia. Grömling, en un artículo reciente, señala que el mal desempeño de la economía en los últimos años se debe en buena parte a conflictos geopolíticos que han llevado a que la energía tenga un alto precio y haya altas tasas de inflación en muchos países.
Eso es algo que afecta tanto las inversiones como el consumo, lo que incide especialmente a un país como Alemania, que tiene una economía orientada hacia el comercio exterior. En noviembre, además, se produjeron dos acontecimientos que traen más incertidumbre: el triunfo de Donald Trump en las elecciones estadounidenses y la ruptura de la coalición de Gobierno en Alemania.
Lo primero puede llevar a que haya nuevas cargas para el comercio internacional y las cadenas de suministro, según las medidas que adopte la administración Trump. Con respecto a lo segundo se plantea la pregunta de cuál será el resultado de las elecciones generales de febrero y hasta que se forme un nuevo Gobierno se aplazarán muchas decisiones.
«Existe el riesgo de que 2025 sea un año perdido para el cuidado responsable de las bases de nuestro bienestar», dice Grömling. «La economía alemana sigue sin despegar y la incertidumbre aumenta en política internacional y en política interna», dice, por su parte, la jefa de análisis coyunturales del Instituto de Estudios Económicos de Berlín (DIW), Geraldine Dany-Knedlik.
El actual Gobierno minoritario, según la misma economista, tiene poco margen de maniobra y es de esperar que tras las elecciones de febrero aumente la fragmentación del Parlamento y se llegue a un nuevo Gobierno de coalición, con partidos con posiciones divergentes entre las que sea difícil llegar a un consenso.
Alemania, primera economía y tradicional locomotora europea, ha estado en 2024 en el vagón de cola del crecimiento de la eurozona. La Comisión Europea prevé que el país cierre el año con una contracción del 0,1% de su PIB, por detrás de Francia (1,1%) e Italia (0,7%) y lejos del 3% de España, que ha tirado del tren en un ejercicio en que la eurozona crecerá solo un 0,8%.
El 2025 debería traer un repunte de la actividad en el área del euro gracias a un aumento del consumo y la inversión conforme bajan la inflación y los tipos de interés, pero el impulso será más lento de lo esperado inicialmente, según el Ejecutivo comunitario y el BCE, que han revisado a la baja el crecimiento del PIB al 1,3% y 1,1%, respectivamente.
La incertidumbre política interna, con elecciones en Alemania y el segundo cambio de gobierno en Francia en tres meses, sumada a la inestabilidad internacional ensombrecen las perspectivas para la eurozona, cuya dependencia del exterior la hace muy vulnerable a un aumento de las tensiones comerciales. «Los riesgos para el crecimiento económico siguen inclinados a la baja», dijo este mes la presidenta del BCE, Christine Lagarde, quien destacó las tensiones geopolíticas, en particular la guerra en Ucrania y Oriente Medio, que podrían elevar los precios energéticos y del transporte y perjudicar al comercio global.
«Hay un riesgo real de que Europa acabe afrontando una guerra comercial muy perjudicial», apunta en su último informe sobre la eurozona el «think tank» Oxford Economics, cuyos analistas esperan, sin embargo, que Trump no acabe imponiendo los aranceles del 20% a todas las importaciones europeas con los que ha amenazado, sino tarifas más acotadas, y que la UE intente negociar un acuerdo que incluya el gas natural licuado y la defensa.