Desde un punto de vista estrictamente litúrgico no ha podido considerarse un funeral como tal, sino más bien una eucaristía «en apoyo espiritual a los damnificados», pero la sobriedad y el tono de la celebración, los cantos y los rostros emocionados de los asistentes este martes a la catedral de la Almudena ha visibilizado una plegaria colectiva de un duelo nacional. De hecho, el rito de conclusión ha incluido una conmemoración por los difuntos que se ha llevado por delante una riada letal.
«Recordemos ahora a nuestros hermanos que nos han sido arrebatados en la catástrofe natural que hemos sufrido en la comunidad autónoma valenciana, y confiémoslos al amor de Dios Padre con la esperanza de que han pasado a vivir en su compañía», rezó en voz alta el arzobispo de Valencia.
Enrique Benavent ha presidido una eucaristía en el principal templo de la capital, que estuvo concelebrada por los 107 obispos del resto de España que participan esta semana en la Asamblea Plenaria de otoño, a los que se sumó el nuncio Bernardito Auza.
Entre los asistentes a la misa, en los primeros bancos estaban la presidenta de la Comunidad de Madrid, Isabel Díaz Ayuso; el alcalde de Madrid, José Luis Martínez Almeida; el Delegado del Gobierno en la Comunidad de Madrid, Francisco Martín; y la directora General de Libertad Religiosa, Mercedes Murillo.
En su homilía, el arzobispo deseó que «todos los afectados tengan la certeza de que Dios no ha dejado de amarlos y de que no han sido abandonados por Él». Benavent hizo este llamamiento, sabedor de que, ante una catástrofe de este calibre, «las palabras parecen insuficientes para decir un mensaje de esperanza». Es más, admitió que «ante el misterio del sufrimiento y de la muerte surge en nuestro corazón la pregunta más profunda que se puede plantear cualquier persona: ¿Significa esto que Dios ha dejado de amarnos?». Sin embargo, poco después dio respuesta a esta interrogante: «Si nuestra solidaridad tiene un nombre, también lo tiene nuestra esperanza: es Cristo».
Él mismo ha experimentado en estas semanas esos sentimientos contrapuestos del dolor y la generosidad, en tanto ha coordinado con las botas puestas la actividad de la Iglesia valenciana en las zonas más castigadas por la riada.
Por eso, además de agradecer los múltiples gestos de cariño y muestras de ayuda recibidos de todos los rincones del país, quiso detenerse en la entrega de aquellos que arriesgaron su vida para salvar la de los demás, en los que han ofrecidos sus locales como espacios de acogida y almacenamiento, y, especialmente en los voluntarios y a los cuerpos de seguridad y servidores públicos que se han volcado en la zona. Para Benavent, los voluntarios, «con su compromiso y su alegría, con sus gestos y palabras, con su cercanía a los que están sufriendo, han hecho creíble el amor de Cristo y han ayudado a los que sufren a descubrir que Cristo es la fuente de la verdadera alegría».
Por ello, el arzobispo valenciano hizo hincapié en la homilía en la necesidad de «consolar mutuamente con palabras de fe y de esperanza». «Deseamos que la cercanía y la solidaridad de la Iglesia os conforte y el sufrimiento se vea compensado por el afecto de todos», expresó el prelado, desde el convencimiento de que «los cristianos no nos podemos limitar a compartir el dolor».
Colecta nacional
En paralelo, el pastor también invitó a quienes le escuchaban en la Almudena a adentrarse en otra reflexión: «La experiencia que hemos vivido nos debería llevar a reflexionar sobre los valores en los que se sustenta nuestra vida y a reconocer nuestra pobreza». «A menudo vivimos en un mundo que nos desfigura la realidad: nos sentimos ricos, cuando en realidad somos pobres», comentó sobre la fragilidad que queda al descubierto ante una catástrofe de este calibre.
El hermanamiento de toda la Iglesia española con Valencia a través de esta eucaristía en Madrid se visibilizó a través de la imagen de la Virgen de los Desamparados que estuvo situada en el presbiterio. Pero no se quedará ahí: este domingo 24 de noviembre se desarrollará una colecta nacional en todas las misas del país, con la que se quiere recaudar fondos para respaldar la reconstrucción de las zonas afectadas.