La «agonía parlamentaria» que el Gobierno proyectó este lunes, dilatando la Comisión de Hacienda hasta bien entrada la medianoche, ante la imposibilidad de armonizar las exigencias de la mayoría parlamentaria que le sustenta en el poder preocupa en el PSOE. Varios cargos socialistas consultados por LA RAZÓN valoran como «muy negativa» la imagen que se está trasladando de un Ejecutivo con una dependencia extrema de sus socios y con una legislatura que no acaba de arrancar. «Es inviable», resume un alto cargo socialista, que lamenta que la «profunda debilidad» que rezuma el Gobierno sea aprovechada por sus aliados para «exprimirle» al máximo.
El escenario que se dibujó el lunes, a la espera de ver cómo acaba por resolverse mañana en el Pleno, traslada ya una mala perspectiva de cara a los Presupuestos Generales del Estado. Las fuentes consultadas ven muy improbable poder resolver este trámite favorablemente, si ha sido imposible poner de acuerdo a los socios en algo tan sustancial como la política fiscal. «Si no puedes pactar los impuestos, olvídate de los presupuestos», resume tajante un dirigente socialista. En el partido identifican nítidamente a los dos actores disruptivos de la mayoría. Por un lado, Junts. Los de Carles Puigdemont han reventado la aritmética desde dentro, porque incluso cuando logran acordar con el Gobierno le llevan a posicionamientos inviables para otros aliados como ERC o EH Bildu. «Piden imposibles», resuelve otra fuente socialista consultada, que piensa que en esta órbita también se encuadra Podemos. «No formamos parte de ningún bloque», se jactan en una estrategia orientada a poner al Ejecutivo al límite con sus exigencias para seguir debilitando a Sumar.
Con este clima, comienzan a sucederse las voces en el partido que reclaman que no puede gobernarse «a cualquier precio» y que el desgaste al que se está viendo sometido el Ejecutivo debe tener un límite. «No se puede ceder en todo». No obstante, en Moncloa parecen vivir ajenos a la realidad que les rodea. Mantienen sin inmutarse un equilibrio imposible que supone prometer una cosa y la contraria a sus socios. Mientras se pacta con ERC, BNG y EH Bildu prorrogar durante un año el impuesto a las energéticas, se acuerda con Junts dejar caer este gravamen. Y sostienen que ambos posicionamientos «son compatibles».
A 24 horas de que se produzca la votación en Pleno, el Ejecutivo mantiene viva la expectativa de que «todo es posible» y tiene «confianza en la negociación». Las fuentes gubernamentales consultadas se aferran a la necesidad de apurar los plazos para conseguir sus objetivos. «Seamos prudentes y cautos, la negociación sigue abierta», resuelven, para evitar posicionarse claramente sobre el impuesto a las energéticas. Sin embargo, en el partido también surgen críticas por la forma en que se ha negociado esta vez. Llegando al límite, de tener tres horas suspendida una comisión, y priorizando a los partidos más a la derecha de las reivindicaciones que deberían guiar la hoja de ruta del gobierno progresista. Esto es, incluso escorando las demandas del socio minoritario, Sumar.
En el Ejecutivo tratan de revestir de cierta normalidad la situación insólita que se vivió el lunes en el Congreso. «Hay que ser conscientes de la realidad, de la fragmentación parlamentaria», dicen, para reivindicarse ante tanta adversidad. «Tiene mérito gestionar la complejidad. Hay que naturalizar la composición parlamentaria», repiten. Todo para tratar de revertir la sensación que lo inunda todo y es que la profunda vulnerabilidad del Gobierno le deja a expensas de los vaivenes de sus socios. En rueda de prensa, la portavoz gubernamental, Pilar Alegría aseguró que nunca el «diálogo» y la «negociación» se pueden entender como una «debilidad». Así que el Ejecutivo, pese a la complicada situación para sacar adelante el paquete fiscal, con vetos cruzados entre los socios del Gobierno que ponen en riesgo su aprobación definitiva, hace valer la «responsabilidad y altura de miras» que a su juicio puede posibilitar acuerdos con quienes piensan diferente.
Con un horizonte plagado de obstáculos, en Moncloa no creen que la imagen de caos de este lunes vaticine el fracaso en la aprobación de unos futuros Presupuestos Generales del Estado, mantienen su confianza en el diálogo, pero la sensación en el partido es de pesimismo. «Hay que tener en cuenta la realidad parlamentaria del Congreso y la hemeroteca de este Gobierno», recordó Alegría, reivindicando como una de sus «fortalezas» ya demostradas la «capacidad de llegar a acuerdos», con 20 leyes publicadas en el Boletín Oficial del Estado (BOE) solo en el último año y en minoría parlamentaria.