Desde banquetes opulentos hasta festividades que duraban días, los antiguos romanos eran conocidos por su pasión por el vino y los festines. Pero los excesos también traían consigo las inevitables resacas, un mal que no perdonaba ni a los más grandes ciudadanos del Imperio. Para combatirlas, los romanos desarrollaron una serie de remedios que hoy nos resultan tan interesantes como peculiares.
Uno de los remedios más famosos era la col, que los romanos consideraban un antídoto eficaz contra los efectos del alcohol. Antes de empezar a beber, era común que se consumiera cruda, ya que se creía que sus propiedades absorbían el vino y evitaban los malestares posteriores. Si la resaca ya se había manifestado, la col seguía siendo una opción para aliviar las náuseas y reponer energías.
Otro método que puede sorprender a los paladares modernos era el uso del garum, una salsa elaborada a base de fermentos de pescado. Este condimento, básico en la dieta romana, era empleado no solo como acompañamiento culinario, sino también como un remedio para estabilizar el estómago y recuperar fuerzas tras una noche de excesos. Su alto contenido en sodio y proteínas fermentadas lo convertían, curiosamente, en un precursor de los remedios rehidratantes.
Para calmar los dolores de cabeza, los romanos recurrían a masticar hojas de laurel. Esta práctica, que combinaba creencias medicinales y simbólicas, estaba destinada a despejar la mente y aliviar los síntomas de malestar general. Por otro lado, el agua con miel era otro recurso habitual, utilizada tanto para rehidratar el cuerpo como para reponer azúcares tras el agotamiento físico provocado por el consumo excesivo de alcohol.
Aunque muchos de estos remedios parecen basarse más en creencias que en ciencia, algunos tienen un fundamento sorprendentemente lógico. La rehidratación con agua con miel, el aporte de electrolitos del garum o la fibra de la col reflejan un entendimiento empírico de las necesidades del cuerpo tras el consumo de alcohol.
Así, los antiguos romanos nos muestran que, aunque han cambiado las recetas, la lucha contra la resaca sigue siendo una constante de la humanidad, desde tiempos inmemoriales hasta nuestros días.