Retirado del Ejército desde julio, el teniente general Juan Montenegro se encuentra batallando contra una enfermedad crónica que, sin embargo, no le resta un ápice de lucidez. Pocos como él saben de lo que habla. Fue uno de los ideólogos de la Unidad Militar de Emergencias (UME) en 2005 y entre 2009 y 2011 llevó el timón como jefe del Estado Mayor. Terremotos, incendios y otros desastres, tanto dentro como fuera de España, le dan legitimidad para opinar, aunque dice que algunos han tergiversado sus palabras y no tiene intención de entrar en una guerra de declaraciones con otros militares.
¿Por qué se ha hecho todo tan mal en Valencia?
En 2014 se hizo un ejercicio en Buñol con la Dirección General de Protección Civil y Emergencias, la UME y otros servicios de la Generalitat. El escenario era una gran inundación en Valencia y se llegó a la conclusión de que había que declarar el nivel 3 de emergencia nacional el primer día. Sin embargo, no se ha aplicado nada de lo aprendido. Es frustrante porque los ejercicios son costosos y requieren un gran esfuerzo. Luego cambian los gobiernos y nadie sabe nada.
¿Cuál ha sido el mayor error?
En la parte de las decisiones políticas no puedo entrar, pero desde mi perspectiva la Comunidad Autónoma no estaba preparada para gestionar una emergencia de tal magnitud: afectó a 300,000 personas en 70 localidades y dejó inutilizados más de 100.000 coches. No hay ningún gobierno autonómico preparado para algo así.
¿Cuándo debió activarse el nivel 3 de emergencia?
El primer día. A más tardar, el miércoles por la mañana. Sobre todo porque eso implica la intervención directa del Estado y una coordinación nacional de la emergencia involucrando a todas las fuerzas disponibles, desde la UME hasta los servicios de Protección Civil, los bomberos y las Policías. La sociedad civil respondió muy bien, pero la falta de coordinación limitó el alcance de la ayuda. No puede ser que haya habido ciudadanos que han tardado diez o doce días en recibir ayuda del Estado. En una emergencia hay que ir mucho más deprisa. La UME actuó lo mejor que pudo, pero sin apoyo suficiente. Necesita el apoyo de las Fuerzas Armadas (FFAA).
¿Aún hoy se siguen haciendo mal las cosas?
Creo que ahora ya se está normalizando, aunque llevamos dos semanas en esta fase de rescate y búsqueda de personas y también en la de abrir calles y caminos. Se ha hecho en dos semanas lo que debería haberse completado en una. Ya deberíamos estar en la reconstrucción.
Como militar y uno de los que contribuyó a crear la UME, debe de ser frustrante ver esto.
Sí, es frustrante. Además, he notado la falta de algo fundamental: el apoyo logístico. Las FFAA tienen una enorme capacidad para dar ese apoyo, que debería haber llegado a toda la población. Toda esa ayuda de los voluntarios podría haberse canalizado a través de unidades de apoyo logístico para llegar con vehículos todoterreno a todas las calles y zonas afectadas. Las personas se han sentido abandonadas por el Estado, y eso no puede ser. Especialmente en situaciones de catástrofe.
¿Qué más ha echado en falta?
También falló la comunicación directa con la gente. Vimos imágenes iniciales de helicópteros rescatando personas en tejados, pero después no vimos más helicópteros en los pueblos. Imagínate estar en casa, aislado y rodeado de barro; ver un helicóptero anunciando que la ayuda está en camino aportaría tranquilidad a las personas.
Con lo bien que lo hemos hecho siempre fuera.
Totalmente. Cuando ocurrió el terremoto de Haití, las primeras unidades estaban saliendo desde Torrejón esa misma noche. Lo mismo en Marruecos en su último terremoto. La UME estaba ahí en las primeras 24 horas y tomó el control y coordinación de los equipos de Naciones Unidas. Ya en España, el terremoto de Lorca en 2010 fue otra muestra de coordinación. Esa noche se declaró el nivel dos de emergencia, y Murcia pidió el apoyo de la UME, que se desplegó de inmediato y solicitamos apoyo logístico y material a las Fuerzas Armadas. Al día siguiente, el despliegue militar en Lorca estaba en marcha. Ha faltado echar toda la carne en el asador, toda la potencia de las FFAA desde el principio, incluyendo maquinaria, personal y apoyo logístico. Por Dios, es que tuvimos gente que estuvo días y días sin agua ni alimentos, algo que no puede permitirse.
¿Cuál ha sido la mentira más grave que ha escuchado?
Prefiero no entrar en eso. He visto cómo mis palabras se tergiversan y usan fuera de contexto. Lo que no voy a hacer nunca es entrar en una pelea entre militares, no me voy a enfrentar a las declaraciones de otro general que está al mando y que lo está haciendo lo mejor que puede. Bastante mala es la imagen de nuestro país en el mundo y de cara a sus ciudadanos para empeorarla.
¿Le sorprendió el estallido de la gente en Paiporta?
Sí, me sorprendió y me pareció fatal. Uno puede protestar, pero recurrir a la violencia y tirar barro y palos no es aceptable. Entiendo que la gente esté frustrada porque no han recibido el apoyo a tiempo, ni comunicación clara sobre cuándo llegaría. Pero la violencia no es justificable, menos aún contra los Reyes, que estaban allí para mostrar apoyo y empatía. Lo mejor fue verlos aguantar a pie de obra. Imagino que el Rey por su formación militar y ella por su poso como periodista. Para aguantar eso hay que tener una preparación muy clara. Si te vas de allí dejas un hueco que alguien cubrirá.
¿Ha empeorado la Dana la imagen del Ejército?
Lo que me dolió fue que, después del esfuerzo de todos los soldados, Guardia Civil, Policía, bomberos y demás servicios de emergencia y operarios de compañías de luz y agua lo que queda es un resentimiento de la gente hacia el Estado y hacia sus Fuerzas Armadas que no han llegado a tiempo.
La UME siempre tuvo muy buena Prensa, ¿no?
Sí, la creación de la UME con Rodríguez Zapatero como presidente fue una respuesta a desastres previos, como el incendio de Guadalajara, donde murieron once personas. El 7 de octubre de 2005 se aprueba el Real Decreto para su creación. Detrás de eso había un dossier, claro, un trabajo que habíamos desarrollado en el gabinete técnico del secretario de Estado de Defensa. Contenía una plantilla de personal, un listado de material necesario, una estimación de costos de todos los equipos e infraestructuras requeridas, y los protocolos de actuación. Era un dossier completo de cómo debía ser la UME. Incluir la UME en el Sistema Nacional de Protección Civil con los otros servicios de emergencia fue difícil, pero se logró gracias a la buena voluntad y el saber hacer de la UME. Lo que fue mucho más complicado, y aún lo es, fue integrarla dentro de las Fuerzas Armadas.
¿Por qué?
Las Fuerzas Armadas reaccionaron con resistencia a la creación de la UME, claro, porque era una unidad que requería unos 3,500 efectivos, que debían salir de algún lugar. Además, había un coste significativo en presupuesto para dotarla de todo el material y equipo necesario. También estaba la forma de pensar de algunos militares de entonces, que no veían esta misión como una responsabilidad de las Fuerzas Armadas. Sin embargo, en la Ley Orgánica de Defensa Nacional de 2005 se incluyó el apoyo a las autoridades civiles como una misión de las Fuerzas Armadas, para asistir a la población en casos de catástrofes y emergencias.
Parece que, con el tiempo, la UME ha tenido buena aceptación y ha ganado prestigio.
Así es. La UME ha actuado con humildad y siempre con voluntad de aprender de otros servicios de emergencia, sin buscar protagonismo. Esto fue fundamental en sus primeros años. Hay cosas importantes que mucha gente desconoce: por ejemplo, ¿quién enseñó a los primeros miembros de la UME a combatir incendios? Pues fue el Servicio de Extinción de Incendios de la Generalitat de Cataluña, que eran los que más sabían. En este estado autonómico, algunas cosas funcionan, pero hay situaciones para las que se requiere un esfuerzo conjunto. Ninguna Comunidad Autónoma por sí sola puede manejar una catástrofe que afecte a 300.000 personas y a 70 localidades. Eso es competencia del Estado. Dentro de los militares todavía quedan algunos celos, pero creo que ya menos.
¿Usted qué habría hecho?
Si yo fuera presidente de una Comunidad Autónoma tendría una estructura de respuesta a emergencias que dependiera directamente de mí, ya sea una consejería, una dirección general o una secretaría. Debería tener contacto directo conmigo para informarme de inmediato. No puede haber tres escalones entre el servicio de emergencias y el presidente de la Comunidad, ya sea en Valencia, Castilla-La Mancha, Andalucía, o donde sea. Yo tendría a mi jefe de emergencias como alguien con experiencia, no solo como un político, y con acceso directo a mí en cualquier momento. Es la única forma de saber que vas a responder adecuadamente cuando las necesidades de la población lo exigen.