Según la firma de investigación Pew Research, la proporción de hogares estadounidenses de clase media es hoy menor que hace unos años. Si en 1970 englobaba al 61% de la población, al cierre de 2023 había caído hasta el 51%. Lo que sí ha crecido en estas cuatro décadas es la proporción de estadounidenses que viven en hogares de bajos ingresos. Y a esas familias es a las que ha prometido ayudar Donald Trump con las medidas económicas que ha anunciado durante la campaña electoral que le devolverá cuatro años después de abandonarla a la Casa Blanca.
El programa económico de Trump pivota, de forma muy sucinta, en torno a dos grandes ejes: recorte de impuestos y de gasto público y mayor desregulación y aranceles.
En lo relativo a los recortes, el candidato electo republicano ha anunciado su intención de extender las reducciones fiscales que implementó en su anterior mandato y que vencen en 2025, manteniendo las tasas impositivas personales efectivas por debajo del 10%. También ha prometido, además de una mayor desregulación para favorecer la actividad de las empresas, reducir la tasa impositiva corporativa del 21% al 15%, con una tasa efectiva de aproximadamente el 7% de las ganancias.
Trump también pretende simplificar el código tributario y proporcionar más deducciones y créditos para las familias, especialmente aquellas con hijos; así como el mantenimiento del gasto en subsidios para la agricultura y del plan para renovar las infraestructuras. Todo con la finalidad, según ha dicho, de fortalecer la economía americana y acelerar su crecimiento.
El líder republicano también ha amenazado con elevar las barreras comerciales con el resto del mundo, con un posible arancel general del 10% sobre todas las importaciones e incluso más altos para los productos procedentes de China.
La puesta en marcha de todas estas políticas, sin embargo, podría no tener los efectos deseados por Trump. Desde Focus Economics advierten de que los ingresos perdidos por los futuros recortes fiscales de Trump "probablemente superarían los ingresos arancelarios adicionales". De este modo, añaden, los planes económicos de Trump "llevarían probablemente a que el déficit fiscal siguiera siendo extremadamente amplio -el más alto del G7-, mientras que la deuda pública seguiría aumentando como porcentaje del PIB". Esto, concluyen, "aumenta el riesgo de que los inversores abandonen los bonos del Tesoro, provocando un aumento de los rendimientos y desplazando a otras áreas del gasto público". Además, la necesidad de renegociar periódicamente el techo de deuda conllevará riesgos de impago, avisan.
La combinación del recorte de impuestos y la subida de los aranceles probablemente también desembocaría en un aumento de la inflación, según pronostican los analistas de Focus Economics, que añaden que, de suceder esto, la Reserva Federal (FED) se vería obligada a prolongar en el tiempo los altos tipos de interés.
Para combatir este brote inflacionista y evitar que se prolongue en el tiempo, Trump planea frenar el gasto “excesivo” del gobierno y reformar las políticas de la Reserva Federal. Durante su campaña, Trump ha argumentado asimismo que la independencia energética y la reducción de la dependencia del petróleo extranjero ayudarán a bajar los precios de los combustibles, lo que reducirá la inflación general.
Las grandes damnificadas de la apuesta de Trump por los combustibles fósiles serían las renovables. De hecho, sus planes incluyen la rescisión de los fondos no gastados en la Ley de Reducción de la Inflación (IRA), el fondo lanzado tras la pandemia por Joe Biden para avanzar en la transición energética; y el recorte significativo de las medidas climáticas, como subsidios y programas de energía limpia.