Joyce Carol Oates, la autora de «Blonde», que dio pie a un controvertido y célebre biopic de [[LINK:TAG|||tag|||633619ab5c059a26e23f81ca|||Marilyn Monroe]], ha entrado en uno de los temas más espinosos que hubo a lo largo del siglo XIX y que, lejos de resultar un asunto zanjado y distante, cuenta con unas profundas y dramáticas ramificaciones a lo largo de la pasada centuria. En «Carnicero» (Alfaguara), la autora se adentra en uno de los lados más oscuros de la medicina. A través de la figura del doctor Silas Weir, conocido a posteriori como el padre de la neurología y de la «ginopsiquiatría», cuenta cómo los médicos utilizaron a las mujeres y, de manera concreta, a las mujeres más desasistidas de la sociedad, para llevar a cabo experimentos, en muchas ocasiones, violentos y dolorosos.
[[QUOTE:PULL|||«El derecho de la mujer sobre su propio cuerpo es un derecho básico, no es solo feminismo»|||Joyce Carol Oates]]
La escritora no se conforma únicamente con reflejar una semblanza histórica. Ofrece un retrato brutal de la época y de la práctica de la medicina en sus albores y aporta una lúcida y oportuna lectura de género sobre este capítulo infamante de la ciencia. Cuando se le pregunta si considera que las mujeres fueron víctimas de la misoginia de los hombres que atendían a los pacientes en ese periodo, la novelista no lo duda y responde de manera tajante: «Sí, desde luego. No es un secreto, sino un tema muy estudiado».
Carol Oates, jamás se ha arredrado ante ningún tema del pasado o del presente. Ahí está [[LINK:EXTERNO|||https://www.casadellibro.com/libro-del-boxeo/9788466325714/1963912?srsltid=AfmBOopTGLJvrt08lA4wpG5eUPzARciDIzb5zA4kag_gzrR2vi5M5XXx|||«De boxeo»]], por mencionar uno de esos libros controvertidos donde dibuja un paisaje agridulce y nada conformista sobre el mundo del pugilato. Para este relato, ha consultado documentos, libros y se ha informado de las prácticas, en ocasiones infamantes y crueles, que se llevaban a cabo. Unos conocimientos que ha plasmado de manera brillante en un relato brutal, sincero, honesto que, en ocasiones parece un relato de terror y que no deja indiferente a los lectores.
¿Los médicos utilizaban a las mujeres para sus experimentos y las usaban como si fueran animales de laboratorio?
Los investigadores científicos han experimentado a menudo con mujeres y hombres, normalmente aprovechándose de los indefensos, de los encarcelados o de los que permanecían internados en una institución. Esto ha continuado después en EE UU hasta bien entrado el mismo siglo XX, especialmente con personas de color.
¿Eran estos médicos del siglo XIX, de alguna manera, una especie Mengeles?
Ellos pensaban que hacían avanzar la ciencia, o, al menos, que hacían progresar sus carreras. En realidad, ellos no pensaban en sí mismos como sádicos, sino que se habrían identificado perfectamente como cristianos.
Carol Oates no ha elegido este asunto por mera casualidad. Ella siempre ha sido una autora comprometida con su tiempo y con las reivindicaciones de las mujeres. A lo largo de su carrera, jamás ha rehuido las luchas sociales de cada uno de los momentos. Por eso, cuando a la escritora se le plantea si este título, en el fondo, también puede leerse como una reivindicación actual de la mujer y del derecho a decidir sobre su cuerpo, algo que ha sido cuestionado por algunos políticos en Estados Unidos, asegura de manera clara y sin fisuras que «estoy sólidamente a favor de los derechos reproductivos de la mujer y el derecho de la mujer sobre su propio cuerpo. Este es un derecho humano básico que ningún momento debería tildarse únicamente de «feminista».
¿Cree que todavía existen hombres con tantos prejuicios hacia las mujeres como es el caso de su protagonista, Weir? ¿Cómo se pueden erradicar esta clase de prejuicios?
Por supuesto que hay hombres misóginos, muchos de ellos en Estados Unidos... nuestro partido político conservador, los republicanos, han aprobado en los últimos años una legislación extremadamente antifemenina que restringe los derechos de las mujeres y han anunciado públicamente que aprobarán leyes aún más severas. El candidato a la vicepresidencia de Estados Unidos, J. D. Vance, por ejemplo, está a favor de no permitir que las chicas y mujeres embarazadas salgan de los estados que restringen el aborto, por si pudieran concertar abortos en estados más liberales. es como una pesadilla... ni idea de cómo evolucionará.
Joyce Carol Oates no se queda únicamente en esta arista y va más allá. De manera paralela a la trama principal que vertebra la historia de «Carnicero» hay una sutil crítica a la ciencia, a sus fronteras y los riesgos que supone traspasarlas. Pero es una historia sobre los límites éticos de la medicina y los peligros de caer en abusos? Un asunto que, de hecho, ha puesto a la ciencia frente a la reflexión filosófica por los retos que supone y los riesgos que puede encerrar para el hombre. «La investigación médica a menudo desafía la ética –afirma la novelista–. Hasta hace era muy poco legal, si no ético, someter a los animales a tortuosos experimentos de laboratorio. Quizá esto todavía continúe estando vigente en algunas instalaciones de investigación, pero creo que los chimpancés ya no son legales para la experimentación médica».