Solo Dios impidió lo impensable, dijo Donald Trump tras su primer intento de asesinato agradeciendo a la justicia divina seguir vivo. Sus palabras no fueron casuales, el exmandatario trataba de conquistar a un electorado que le ayudó a ganar las elecciones del 2016 y casi las del 2020, los cristianos (religión mayoritaria en Estados Unidos) un grupo de votantes que este martes volverá a jugar un papel clave en las urnas. Para el llamado Cinturón Bíblico del país, el republicano es poco menos que un mesías enviado por Dios para llevar el país a lo más alto. Son 9 estados al sur del país los que lo componen: Oklahoma (7), Arkansas (6), Luisiana (8), Tennessee (11), Alabama (9), Georgia (16) y Carolina del Norte (16), los dos últimos considerados estados decisivos. Entre los 9 suman 73 votos electorales, de los cuáles solo 32 están en juego porque el resto, en las tres últimas elecciones (2012, 2016 y 2020) elecciones han ido a parar al bando republicano.
Para la población de estos territorios, política, religión y cultura van unidos y en la misma papeleta, por eso su voto suele ser inamovible y poco influenciable una vez que lo tienen decidido. Donald Trump, un hombre tradicional que además vende sus propias biblias, tras sobrevivir a dos intentos de asesinato ganó mucho apoyo entre este electorado que no ve con tan buenos ojos a la demócrata, casada con un judío, sin hijos naturales y criada en un hogar de tradición protestante e hindú. Además, Trump fue quien formó el grupo de jueces ultraconservadores de la Corte Suprema, por el cual en 2022 se eliminó el derecho al aborto en todo el país, dejando la decisión en manos de cada estado. Por si fuera poco, durante su gobierno firmó una orden ejecutiva que permitió la creación de una nueva oficina llamada Iniciativa de Fe y Oportunidades, cuya consejera era Paula White, una vieja amiga y guía espiritual que fue clave en el 2019 para la conquista de este grupo de votantes, pero desde que Harris entró en la campaña electoral ha sido prácticamente invisible en la escena nacional.
Sin embrago, el republicano ya no cuenta con el apoyo de su anterior compañero de fórmula, Mike Pence, un ferviente cristiano evangélico que las pasadas elecciones conquistó a ese electorado para su partido. Los constantes titubeos sobre cuestiones de derechos reproductivos no le ayudan al candidato republicano, muchos lo ven como un libertino neoyorquino sin profundos valores religiosos, y esto podría alejarle de ese 40% de la población estadounidense que se declara protestante. Hay quienes no le perdonan su política de separar familias migrantes en la frontera.
La reciente historia apunta a que la comunidad religiosa tiene un voto poco fiable. Según los datos del Pew Research, en el 2016 apoyaron a Donald Trump, pero en el 2020 fue Joe Biden quien se ganó su apoyo, por eso están en juego estas elecciones, aunque se encuentren tan divididos como el resto del país. Es cierto que la mayoría de los protestantes evangélicos blancos parecen favorecer al republicano (más del 80% de votó a Trump en el 2016), y la demócrata cuenta con el apoyo de los negros y latinos religiosos,
pero la defensa que Harris están haciendo del aborto y los derechos reproductivos de la mujer no le ayuda, y por el camino ha perdido bastantes votos que ya tenía su predecesor Joe Biden, segundo presidente católico del país.
De todo EE UU, el territorio más conservador y religioso es Alabama. Allí la en las radios domina el country cristiano, el aborto se considera un homicidio y los embriones congelados son bebés. En este territorio, a los violadores se les castiga con la castración química y en cada escuela es obligatorio un visible crucifico que se recuerde a los alumnos donde están. Algo que también queda reflejado en el contenido educativo, el estado no exige a las escuelas que impartan contenidos de educación sexual (algo que la ONU considera un derecho humano), y si lo hacen deben ajustarse al Código de Alabama de 1975, extremadamente conservador y con indicaciones claras de que la conducta homosexual es considerada ofensa criminal. Según un estudio realizado por Pew Research en 2016, en esta "hebilla del cinturón de la Biblia" al sureste del país, el 84% de sus 4,8 millones de habitantes dicen creer en Dios. Este estado reparte 9 votos electorales que en las tres últimas elecciones han ganado los republicanos por una diferencia de más de 20 puntos.
En Georgia, los votantes religiosos son una fuerza muy poderosa que hay que ganar para hacerse con el territorio. Aquí Trump ganó en el 2012 por casi 3 puntos, en 2016 los demócratas se lo arrebatan por más de 8 puntos porcentuales, pero en 2020 el republicano lo recupera por escasas décimas. Allí las encuestas han fluctuado tremendamente en las últimas semanas y no consiguen apuntar a un claro ganador. Igual que en Carolina del Norte, donde los republicanos han conseguido hacerse con el estado las tres últimas elecciones, pero este 2024 no está claro a quién apoyarán los votantes.
Detrás de Alabama, muy de cerca en estricta defensa del cristianismo, le sigue Luisiana, un estado sureño que ahora está en guerra legal porque quieren exhibir los Diez Mandamientos en las escuelas públicas a partir del próximo 1 de enero. La demanda fue presentada por padres de niños que practicas diversas religiones y esto limita su libertad en estas cuestiones, violando la primera enmienda de la Constitución. De lo que no hay duda es que la religión, ya sea la judía o la católica, jugará un papel clave el 5 de noviembre