El doctor Pablo Gallo González, jefe de Servicio de Angiología y Cirugía Vascular del Hospital Ruber Internacional nos confirma que un 15% de los hombres padecen ‘varicocele’, el nombre técnico que recibe una patología benigna y por la que se presenta una variz o vena dilatada, igual que la de las piernas, pero en este caso en la parte testicular. Se trata de las varices pélvicas más frecuentes en los hombres, de hecho, y está presente hasta en un 40% de los varones diagnosticados de infertilidad.
Según apunta la doctora Patricia Ramírez Rodríguez-Bermejo, especialista en Urología y en cirugía mínimamente invasiva del mismo centro hospitalario, el varicocele consiste en una dilatación de las venas del testículo, que suele darse en el testículo izquierdo, en un 90% de los casos, y “por una cuestión meramente anatómica, dado que las venas que sacan la sangre del testículo izquierdo drenan en la vena renal izquierda que está en un ángulo de 90 grados, lo que genera más resistencia al flujo de sangre, mientras que en lado derecho lo hacen en la vena cava que tiene un trayecto más corto y con menos resistencia al flujo sanguíneo; aunque también pueden aparecer varicocele en el lado derecho, o ser bilaterales, e incluso aparecer desde la infancia.”
De esta manera, explica la doctora Patricia Ramírez, se dificulta la salida de sangre desde el testículo, lo que compromete su circulación. Esto provoca un aumento en la temperatura local y una eliminación deficiente de sustancias oxidantes producidas por el metabolismo testicular. Como resultado, las funciones y el desarrollo del testículo se ven afectados, lo que puede alterar la producción de espermatozoides. De hecho, remarca que se ha demostrado que el tratamiento del varicocele en aquellos pacientes con infertilidad mejora la calidad y la cantidad de sus espermatozoides.
En este sentido, el doctor Pablo Gallo, remarca que para su formación suele ser determinante el componente hereditario de la persona, y si sus familiares más directos también las padecen, así mismo el estilo de vida de la persona influye.
“El estilo de vida de cada uno, la obesidad, el sobrepeso, si se permanece mucho tiempo sentado o, por el contrario, mucho tiempo de pie, el calor, el sol, hay multitud de factores”, añade este experto.
Entre otros síntomas, el Dr. Pablo Gallo apunta que, si se trata de un varicocele de tamaño considerable, el paciente puede referir sensación de presión, pesadez o dolor cuando hace ejercicio, también puede manifestar una disminución del tamaño del testículo donde se producen las varices, así como la infertilidad o dolor.
El diagnóstico es sencillo, según explica la uróloga de Ruber Internacional, y en la mayoría de los casos se logra a través de la exploración física. "El paciente puede notar sobre el testículo lo que suele describirse como un ‘saco de gusanos’", subraya.
En el diagnóstico de esta patología, el jefe de Servicio de Angiología y Cirugía Vascular del Hospital Ruber Internacional, destaca que juega un papel fundamental el eco Doppler, una ecografía con la que diagnosticar el origen de las varices, las cuales pueden estar localizadas en los testículos o tener conexiones con las venas de las piernas desencadenando varices en este nivel.
La doctora Ramírez señala que el varicocele debe tratarse cuando es sintomático, cuando provoca una disminución en el tamaño del testículo o cuando causa infertilidad que no puede explicarse por otras razones.
Aquí el doctor Pablo Gallo matiza que puede emplearse técnicas endovasculares mínimamente invasiva mediante la embolización de las varices pélvicas, por las que se introduce un catéter en el brazo, se navega por el interior de las venas sin hacer heridas llegando a cerrar aquellas venas que están enfermas. El procedimiento es ambulante, con una recuperación inmediata, concluye este experto.
