«¿Más rápidas que las de Cincinnati?», responde Carlos Alcaraz. «Para mí París es el segundo después de Cincinnati. Se nota que la pista resbala muchísimo. Sin ver las métricas sabía que era una de las pistas más rápidas del circuito», continuaba el murciano la conversación que publica el periodista Germán R. Abril en su cuenta de «X», tras pasar a los octavos de París-Bercy, donde hoy se enfrenta al local Ugo Humbert. «Nosotros tenemos que acostumbrarnos, pero para los espectadores, que no haya tantos rallies [intercambio de golpes] es difícil. Yo la hubiera puesto más lenta, que hubiera más juego y más emoción», concluye el tenista español.
En Cincinnati, el torneo al que se refiere, perdió en su estreno ante Monfils y aunque sí dijo que con las pistas tan veloces es «como jugar a otro deporte», también admitió que había sido uno de los peores encuentros que recordaba y que estaba atravesando un bache mental.
La velocidad de las pistas ha sido tema de conversación durante todo el curso. En el US Open, Novak Djokovic aseguró: «Las pistas son más rápidas este año. El bote es más bajo. Los organizadores dicen que lo han hecho porque el año pasado hubo un montón de maratones y partidos agotadores». Entran en disputa aquí las necesidades del deporte con las del espectáculo. El tenis es de los pocos espectáculos que no tienen un horario para terminar y se van buscando fórmulas para que los partidos no sean tan largos: los tie breaks en los quintos sets de los Grand Slams, el reloj con el segundero para sacar... Incluso se prueba en la Next Gen ATP Finals que los sets los gane el jugador que llegue a cuatro juegos, con diferencia de dos, en lugar de a seis, aunque eso no ha terminado de convencer. Las medidas no impiden que se sigan viendo jornadas interminables y partidos de madrugada. La velocidad de las pistas es otra manera de intentar reducir la duración, como afirmó Djokovic, pero eso lleva a que los puntos de 20 o 30 golpes sean más complicados de ver, como dice Alcaraz y como lleva años advirtiendo Toni Nadal, tío y exentrenador de Rafa, con el que ganó 17 Grand Slams.
«El tenis es el único deporte que empieza con un 'penalti'», opinó el tío Toni en la retransmisión de uno de los partidos de la Six Kings Slam en DAZN. «Es como si en fútbol se empezara con un penalti o en baloncesto con tiros libres, y si se paran o se falla es cuando empieza el juego», prosiguió su explicación, que no es nueva: «Hay una tendencia en el tenis a que cada vez se pegue más fuerte, cada vez se piense menos, y eso es un problema. Salen, pegan un saque a 300 por hora y la primera pelota que viene también lo hace a 300...Y si la fallo, pues me voy al siguiente punto. Parece que es la lógica, lo que viene, que las nuevas generaciones son este tipo de jugador, y no sé si es lo que quiere ver el espectador», opinó ya en el Open de Australia 2015, hace casi 10 años. Una de las soluciones que aporta es hacer las raquetas más pequeñas para que el tenis siga siendo un deporte de habilidad, más que de físico.
Curiosamente, los amantes del saque y la volea se quejaban a comienzos del siglo XXI de que hasta Wimbledon se estaba haciendo más lento, lo que llevó a que se terminara jugando casi igual en todas las superficies, ayudado también por los nuevos materiales, que hacen que se pegue más duro y que se reste mejor, o incluso la mejora en la preparación física de los tenistas. Hubo una tendencia a que todo fuera un poco más despacio. Incluso desaparecieron los partidos en moqueta, la cuarta superficie sobre la que se jugaba. Ahora se vuelve a la velocidad.