El aterrizaje de la recién estrenada presidenta de México, Claudia Sheinbaum, ha sido todo menos suave. Por lo menos, en materia de seguridad. Los primeros días del sexenio, que comenzó el pasado 1 de octubre, no han dejado de sumar muertos. Dos días después de llegar al poder, en solo 24 horas fueron asesinadas 32 personas en Guanajuato. El domingo pasado, el alcalde de la capital de Guerrero, Chilpancingo, apareció decapitado solo seis días de llegar al cargo. En Culiacán, los enfrentamientos abiertos entre facciones del Cártel de Sinaloa, han dejado en solo un mes 195 muertos. Con este panorama, Sheinbaum presentó el pasado martes su plan para reducir el número de muertes violentas en México.
«No va a regresar la guerra contra el narco de Calderón. No buscamos ejecuciones extrajudiciales, que era lo que ocurría. Nosotros, ¿qué vamos a usar? Prevención, atención a las causas, inteligencia y presencia», anunció Sheinbaum durante la presentación de su estrategia.
Aunque con un lenguaje diferente, el plan de Sheinbaum recuerda en su esencia al eslogan de abrazos y no balazos del expresidente Andrés Manuel López Obrador, una estrategia que se enfocó en tratar con las causas que llevan a los jóvenes a integrarse al crimen organizado en lugar de enfrentarlo de forma violenta como ocurrió durante los sexenios de los presidentes Felipe Calderón y Enrique Peña Nieto.
El sexenio de López Obrador concluyó siendo el más violento de la historia reciente de México. Desde diciembre 2018 a septiembre 2024 en México se produjeron 199.619 asesinatos, una media de 30.000 al año. Casi 100 muertos por día.
«Este plan es un reload de abrazos y no balazos. Decir que no habrá guerra contra el narco es una declaración fallida y envía un mensaje equivocado. Claudicar en esto es una pésima señal», valoró para LA RAZÓN la periodista y experta en crimen organizado en México Anabel Hernández, que citó como un ejemplo de éxito la guerra que Italia le declaró a la mafia siciliana.
La nueva estrategia de seguridad presentada por Claudia Sheinbaum se centrará en cuatro ejes fundamentales: atención a las causas, la consolidación de la Guardia Nacional dentro de la Secretaría de la Defensa Nacional –muchos critican la militarización de una fuerza de seguridad civil–, el fortalecimiento de la inteligencia y la investigación y, por último, la coordinación entre Gobierno Federal y Estados.
«Pensar que la pobreza empuja el crimen organizado es retórico. Algunos de los estados más ricos de México –Sonora, Chihuahua, Baja California– son también de los más peligrosos», explica Javier Oliva Posada, politólogo y Coordinador del Seminario de Estudios de Defensa y Seguridad de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), en conversación con este periódico.
«Parece que solo los pobres se metieran al narco y eso es falso. Es una premisa falta. No es por pobreza que los políticos coluden con los narcos. Es porque pueden, porque no pasa nada», confirma Hernández.
La recién aprobada reforma del Poder Judicial que permitirá que los jueces, magistrados y ministros –jueces– de la Suprema Corte de Justicia sean elegidos por voto popular es un factor de preocupación añadido. Esta reforma, impulsada por López Obrador en un intento de democratizar el Poder Judicial, permitirá que cualquier licenciado en Derecho con una nota media de un 8 pueda presentarse a las elecciones a la judicatura.
Al desaparecer la carrera judicial, muchos grupos de interés podrán promover a sus candidatos a jueces, por ejemplo, abogados del entorno del crimen organizado. «En México, el narcosistema ya está creado. Lo que está pasando con la reforma [del Poder Judicial] es realmente la legitimación de este narcosistema. Ya es preocupante que el Poder Ejecutivo tenga control sobre el Legislativo. Y ahora, Morena va a tener un control político del Poder Judicial. Ya están tratando de encontrar los candidatos para presentar a las elecciones a jueces». «Tendremos un país mucho más propenso a la delincuencia y a la simulación de datos», auguró Anabel Hernández.
Para tener la foto completa de la inseguridad en México hay que tener en cuenta que hay más de 100.000 desaparecidos. «Mientras tengas ningún país con este número de desaparecidos no puedes presumir de la bajada de muertos», advierte Hernández en alusión a narcopactos entre políticos y líder criminales para disimular las estadísticas.
Sheinbaum se ha dado 100 días para enfocarse en reducir la violencia en los 10 municipios más peligrosos de México. Los primeros frutos –buenos o malos– de su plan comenzarán a verse a principios de 2025.