Conviene diferenciar entre el error y la torpeza y la acción deliberada de engañar. Error y torpeza han sido lo de Vox y el PP, apoyando por incompetencia una modificación legislativa que beneficiará a los presos de ETA. Errores por los que debería haber consecuencias en ambas formaciones. Pero lo grave está en la intención declarada y reiterada de engañar a los españoles diciendo cosas que no son. Dice Sánchez que con la modificación aprobada, un terrorista de ETA que fue condenado a 30 años cumplirá 30 años. Y eso no es verdad, porque el que fuera condenado en España a 30 años por, supongamos, un asesinato en nuestro país, y a otros 10 en Francia por un delito distinto (asociación de malhechores), no va a cumplir en España las tres décadas de cárcel a que se le condenó, puesto que le serán rebajados los 10 de Francia (por delito distinto), por lo que estará entre rejas solo 20 de los 30 años a que fue sentenciado aquí. Luego el presidente del Gobierno no está diciendo la verdad. Está mintiendo. Y miente más aún Patxi López al asegurar reiteradamente, durante dos días seguidos, que lo único que permite la reforma es «que se cumpla la máxima jurídica según la cual nadie puede cumplir dos condenas por un mismo delito».
Más falso si cabe, pues el portavoz del PSOE intenta confundir diciendo que las condenas de Francia y las de España lo eran por el mismo delito, cuando la realidad es que se trata de hechos diferentes: la de Francia por pertenecer a banda armada, y las de España por asesinar, torturar y secuestrar, según el caso de que se trate.
Tan acostumbrados están a inventar, que lo hacen con el mismo descaro que el día antes utilizó la ministra Alegría para alterar la letra y el sentido de la resolución de la Audiencia de Madrid que daba luz verde al juez Peinado para la investigación contra la esposa del presidente del Gobierno. Alegría cargará de por vida con la rémora de engañar en una comparecencia pública, para inventarse lo que la Audiencia no solo no decía, sino que incluso descartaba expresamente en su escrito: no se está incurriendo en investigación prospectiva, pues hay datos acumulados más que suficientes para justificar la instrucción, sin que ello prejuzgue el resultado de la misma.
Mentira sobre mentira, doble mentira. Y además con burla. En el debate de ayer, que era en realidad sobre inmigración, Sánchez hizo gracietas sin gracia sobre el asunto que más preocupa hoy a los españoles: la inmigración. Todo para decir que PP y Vox quieren enviar la Armada a alta mar «no para auxiliar a los náufragos» sino «para hundir sus embarcaciones». Haría bien el presidente en preguntar a Meloni cómo ha logrado reducir en un 60 por ciento la entrada de ilegales en Italia. Lo ha hecho con la Policía, que localiza a los barcos de las mafias y detiene a los mafiosos. Eso lo podrían hacer aquí la Armada y la Guardia Civil, no una ONG. Escribía un reservista de nuestra Marina que es imposible que un cayuco a motor, lleno de inmigrantes, partiendo de Senegal, llegue a Canarias sin ayuda. Necesitaría entre 8 y 12 días de travesía y un montón de bidones de combustible. «Los cayucos son remolcados, transportados por las mafias negreras hasta alta mar en barcos grandes, para allí repartirlos en pateras y dejarlos cerca de costa».
Decía Gobbels que «la mentira cien veces repetida se convierte en verdad». Las de Sánchez son tan gordas y arriesgadas que nadie se las puede creer.