En un nuevo estudio dirigido por la Universidad Northwestern (Estados Unidos), los microbiólogos descubrieron que los cabezales de ducha y los cepillos de dientes están repletos de una colección extremadamente diversa de virus, la mayoría de los cuales nunca se habían visto antes, tal y como se publica en 'Frontiers in Microbiomes'.
Aunque esto pueda parecer inquietante, la buena noticia es que estos virus no atacan a las personas, atacan a las bacterias. Los microorganismos recogidos en el estudio son bacteriófagos, o 'fagos', un tipo de virus que infecta y se replica en el interior de las bacterias.
Aunque los investigadores saben poco sobre ellos, los fagos han llamado la atención recientemente por su posible uso en el tratamiento de infecciones bacterianas resistentes a los antibióticos. Y los virus hasta ahora desconocidos que acechan en nuestros baños podrían convertirse en un tesoro de materiales para explorar esas aplicaciones.
"La cantidad de virus que encontramos es absolutamente increíble. Encontramos muchos virus de los que sabemos muy poco y muchos otros que nunca habíamos visto antes. Es sorprendente la cantidad de biodiversidad sin explotar que hay a nuestro alrededor. Y ni siquiera hay que ir muy lejos para encontrarla: está justo debajo de nuestras narices", se sorprende Erica M. Hartmann, de Northwestern, quien dirigió el estudio.
El nuevo estudio es una derivación de una investigación anterior, en la que Hartmann y sus colaboradores caracterizaron las bacterias que viven en los cepillos de dientes y los cabezales de ducha . Para los estudios anteriores, los investigadores pidieron a las personas que enviaran cepillos de dientes usados ??e hisopos con muestras recogidas de sus cabezales de ducha.
Inspirado por la preocupación de que la descarga del inodoro pudiera generar una nube de partículas de aerosol, Hartmann llamó cariñosamente al estudio del cepillo de dientes 'Operación Boca de Pobre'. "Este proyecto comenzó como una curiosidad. Queríamos saber qué microbios viven en nuestros hogares. Si pensamos en los ambientes interiores, las superficies como las mesas y las paredes son realmente difíciles de habitar para los microbios. Los microbios prefieren ambientes con agua. ¿Y dónde hay agua? Dentro de los cabezales de las duchas y en los cepillos de dientes", relata Hartmann.
Después de caracterizar las bacterias, Hartmann utilizó la secuenciación de ADN para examinar los virus que vivían en esas mismas muestras. Quedó inmediatamente impresionada. En total, las muestras comprendían más de 600 virus diferentes, y no había dos muestras iguales.
"Básicamente, no vimos ninguna superposición de tipos de virus entre los cabezales de ducha y los cepillos de dientes. También vimos muy poca superposición entre dos muestras. Cada cabezal de ducha y cada cepillo de dientes es como una pequeña isla en sí misma. Esto simplemente subraya la increíble diversidad de virus que existen", insiste.
Aunque encontraron pocos patrones entre todas las muestras, Hartmann y su equipo notaron más micobacteriófagos que otros tipos de fagos. Los micobacteriófagos infectan a las micobacterias, una especie patógena que causa enfermedades como la lepra, la tuberculosis y las infecciones pulmonares crónicas. Hartmann imagina que, algún día, los investigadores podrían aprovechar los micobacteriófagos para tratar estas infecciones y otras.
"Podríamos imaginarnos tomar estos micobacteriófagos y usarlos como una forma de limpiar los patógenos del sistema de tuberías. Queremos observar todas las funciones que estos virus podrían tener y descubrir cómo podemos usarlos", comenta.
Pero, mientras tanto, Hartmann advierte a la gente que no se preocupe por la fauna invisible que vive en nuestros baños. En lugar de buscar lejía, la gente puede remojar el cabezal de la ducha en vinagre para eliminar la acumulación de calcio o simplemente lavarlo con agua y jabón. Y la gente debería cambiar periódicamente los cabezales de los cepillos de dientes, advierte Hartmann, quien tampoco es partidaria de los cepillos de dientes antimicrobianos, ya que, según ella, pueden dar lugar a la aparición de gérmenes resistentes a los antibióticos.
"Los microbios están en todas partes y la gran mayoría de ellos no nos enferman", recuerda. "Cuanto más los ataquemos con desinfectantes, más probabilidades hay de que desarrollen resistencia o se vuelvan más difíciles de tratar. Deberíamos aceptarlos", concluye.