Drones patrullando exámenes y estudiantes llenos de presión, después de prepararse durante años y en unos niveles máximos de competitividad. El gaokao, tal y como se le conoce al Examen Nacional de Acceso a la Universidad de China (ENAU), está considerado como el examen más difícil del mundo. Durante los días en los que tiene lugar la prueba, millones de jóvenes chinos se juegan su destino. Guarda cierta similitud con las oposiciones en España, aunque su dificultad va más allá, ya que está en juego el poder entrar a la Universidad y estudiar grados universitarios con las plazas muy limitadas.
A diferencia de España, donde la selectividad de cada comunidad tiene lugar después de terminar el Bachillerato (el cual te prepara para realizarlas), los adolescentes chinos se preparan durante gran parte de su vida escolar para realizar esta prueba impuesta por el sistema educativo chino.
Se trata de una prueba con más de cincuenta años de historia que se implementó por primera vez en 1952, y aunque estuvo suspendida entre 1966 y 1976 por la Revolución Cultural de Mao Zedong, volvió en 1977 convirtiéndose en la única manera para acceder a la Universidad.
Los exámenes se realizan anualmente y duran unas nueve horas a lo largo de dos días (que pueden llegar a ser tres o incluso cuatro en el caso de algunas provincias). Las materias a las que los estudiantes se examinan son matemáticas, lengua china e idioma extranjero (que se puede elegir, aunque normalmente es inglés). También se presentan a otras asignaturas optativas como geografía, historia, política, física, química o biología. En la edición de este año, que tuvo lugar en junio, se presentaron 13,4 millones de alumnos, más de medio millón de estudiantes con respecto al año anterior, según explica EFE.
No basta con aprobar, sino sacar mejor resultados que el resto de personas que se presentan. La presión para el gaokao se les inculca desde preescolar, la conservan durante la escuela e incluso tienen la necesidad de preparase para el examen posteriormente en instituciones privadas intensivas. Asimismo, algunos necesitan obtener una buena nota para entrar, debido a su situación en la escala social, por lo que desde pequeños estudian al menos durante doce horas al día.
La rivalidad en este examen también se debe a que, tal y como explica el portal especializado Xinchou, quienes logran una plaza en alguna de las consideradas cincuenta mejores universidades del país llegan a cobrar un 30% más en sus puestos laborales que aquellos que estudian en un centro universitario de menor prestigio.
Durante los días que dura el gaokao, se cierran vías, se suspenden obras de construcción cerca de las escuelas y se dispone de una línea de transporte público especial para los estudiantes. En 2016, las autoridades chinas anunciaron que copiar en estos exámenes no solo está prohibido, sino además es un delito que puede suponer la entrada en la cárcel.
En el gigante asiático, al igual que Taiwán o Hong Kong, hacer trampas en un examen está castigado con penas de prisión de hasta siete años. Las medidas de seguridad para prevenir las trampas son máximas, pues incluyen cámaras de vigilancia, sistema de posicionamiento global y hasta drones, según BBC.
Tal es la dificultad que algunos estudiantes chinos se han tenido que presentar varias veces debido a que no han logrado la nota de corte necesaria para cursar en la Universidad. Cover News explica que un ciudadano chino de 56 años llamado Liang Shi se presentó en la última edición después de veintiséis ocasiones fallidas, y en la última ocasión, volvió a suspender. Shi obtuvo 424 puntos de un total de 750, quedándose a 34 puntos de los necesarios en la convocatoria de este año para ser admitido en el segundo grupo de universidades de la provincia de Sichuan, al suoreste del gigante asiático.
La primera vez que Shi se presentó fue en 1983, y aunque en la actualidad es un hombre de un alto poder adquisitivo, nunca ha estudiado un grado universitario. "No puedes terminar tu vida sin ir a la universidad, sería como si te faltara algo", dijo en una entrevista a medios locales que hablaron de su caso. Y es que en China está mal visto no estudiaste en un centro universitario, de tal manera que se considera que has fracasado en la vida, independientemente de tu trabajo, si nunca entraste en uno. Y no vale cualquier centro, pues no entrar en uno de prestigio también equivale a un fracaso para los chinos.